La costumbre de perder

En las elecciones del fin de semana, los grandes partidos nacionales perdieron votos, pero no han salido trasquilados de la misma manera. Al fin y al cabo, asistimos a un castigo lógico, porque en el imaginario de la gente son los responsables sucesivos de la torpe gestión de la crisis y de sus sangrantes recortes. El domingo los populares incrementaron su mayoría absoluta en Galicia, a pesar de la merma de votantes, y tuvieron un estruendoso batacazo en el País Vasco, mientras los socialistas acumularon dos decepciones: la pérdida de Ajuria Enea y el tremendo daño del legado de Pepiño, el ex ministro gallego de Fomento José Blanco.

Ahora faltan poco más de cuatro semanas para que se abran las urnas de Cataluña y el escenario político no puede resultar más desalentador, porque a las dificultades de una economía de emergencia se suma el drama creciente del paro desbocado. Para que el cóctel resulte aún más explosivo, siguen brotando los escándalos económicos, unos de tinte oriental y otros bien cercanos. Resulta difícil de encajar que el ya ex presidente de Caja España acumulara créditos por valor de ochenta millones de euros, mientras la gente del común, los emprendedores y los autónomos encuentran cerrado el grifo de la financiación. Sin embargo, esa riada de millones, que se van a esfumar como los ríos en el mar, estaba autorizada por el regulador regional de las entidades de ahorro. O sea, la consejería de Economía de la Junta. ¿Significa este aval que alguien reparará el daño de semejantes alegrías?

De momento, lo que queda de las entidades de ahorro regionales va recortando hasta suprimir la contribución de su obra social y cultural, mientras apuran sus menguados recursos en sustanciosas jubilaciones y en la provisión millonaria para los fallidos de sus ejecutivos. Escandaliza que un día anuncien la clausura de la colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, por falta de fondos, mientras vamos conociendo la dimensión de los botines percibidos por sus directivos. Esta semana fue Santos Llamas en Caja España, pero cualquier día aparecerán nuevas goteras, porque aquella manera tan dispendiosa de manejar los ahorros de nuestra gente sólo puede derivar los descalabros en pesadilla. Y que conste que no fue una aventura temeraria por libre, sino la estrategia respaldada por el consenso de partidos y sindicatos mayoritarios.

Otras pérdidas tienen que ver con la precaria representación de las opciones políticas alternativas en Castilla y León. Mientras los consejeros de la Junta visitan esta semana las Cortes para defender sus presupuestos, la oposición socialista continúa expectante, calibrando si al final del proceso electoral de este otoño Rubalcaba seguirá siendo su líder. En términos de política regional, la cuestión tiene su intríngulis, porque el portavoz en las Cortes, Óscar López, es el número tres del Partido Socialista nacional, mientras su secretario autonómico, Julio Villarrubia, que vino de su mano, ahora se solaza pactando con Herrera fuera del parlamento la columna vertebral de los presupuestos para 2013.

Más allá de las disfunciones que esta estructura ciertamente estrafalaria ocasiona en la actividad parlamentaria regional, donde a menudo las cuestiones más espinosas cuentan con el refrendo de un pacto suscrito por quien es diputado en Madrid, la permanencia de Óscar López como visitante quincenal de las Cortes resulta ya insostenible. Su ocupación en el partido es la secretaría de Organización, obligada a ir apagando fuegos allá donde surjan, mientras la oposición de Castilla y León va dando tumbos desde hacia la insignificancia.