Una triste realidad
Opinión | Zenón Jiménez—Ridruejo
catedrático de Análisis Económico
Existen pocas dudas sobre la negativa evolución de las economías española y castellano y leonesa a lo largo del año comprendido entre el primer trimestre de 2012 y el primer trimestre de 2013. El curso de las tasas de crecimiento interanual, obtenidas de la Contabilidad Trimestral Nacional y Regional, revelan sin ninguna duda, que el deterioro del ritmo de crecimiento del Producto Interior Bruto en ambos casos ha sido notable (descensos del 1,5% en el caso de Castilla y León y del 1,3% en España). La diferencia de dicho deterioro podría parecer menor, pero no lo es. La realidad insoslayable es que el quebranto de la actividad en la economía castellana y leonesa habría sido mucho más acusado, de no haber mediado un sensible incremento de la producción agro—ganadera en la Comunidad (+7,6%) respecto a la cifra nacional (—1,9%).
Tanto la actividad industrial como la construcción de la Comunidad Autónoma, han evolucionado en el período más negativamente sin paliativos. En el caso de la industria el descenso de las tasas de crecimiento interanual castellano—leonesa (—2,6%) contrasta con una estabilización de la producción en el ámbito nacional (+0,1%). Por su parte las diferencias entre el ritmo de crecimiento de la construcción en una y otra economía son ostensibles, ya que pese a presentar tasas negativas acusadas en ambos casos, en Castilla y León el deterioro productivo ha continuado la decadencia del sector (con una variación en torno al —0,2%), mientras en la economía española se aprecia una relativa recuperación de la actividad (con diferencias de +1,2% en las tasas interanuales). Una parte del contraste en el curso de la actividad del sector industrial y de la construcción puede explicarse por el desigual comportamiento de la formación bruta de capital en ambos sectores. Los datos revelan que la inversión aumentó su tasa de decrecimiento en —2,5% en la actividad productiva regional, mientras que la caída nacional se cifraba solamente en —1,6%. Aún no hay indicios de recuperación industrial ni en Castilla y León ni en España, donde las tasas de variación de la inversión, clave del cambio de signo del ciclo, están lejos de revertir su tendencia negativa.
Igualmente el curso de la actividad en el sector de servicios sigue una marcada evolución decreciente. En ambas economías, castellano—leonesa y española, los ritmos de crecimiento positivos del primer trimestre de 2012 se han tornado negativos en el primer trimestre de 2013, con deterioros en las tasas de crecimiento respectivas de —1,3% y —2,0%. Una de las causas esenciales de esta negativa evolución hay que buscarla en el menoscabo del ritmo de crecimiento del consumo. La crudeza de la recesión cobra toda su intensidad en el descenso del consumo de los hogares, cuyas tasas de variación se desploman en ambas economías (—1,1% en la región y —2% en el conjunto del país). Otra, no menos importante, es la consecuencia de la austeridad de las administraciones públicas, que han determinado declives en las tasas de crecimiento (ya negativas en 2012) del consumo público del —1,2% en la Comunidad y del —0,5% en el Estado. Una triste realidad.