Los miembros de la comisión ejecutiva dicen sentirse «engañados»

Entre la indignación y la sorpresa. Así es como se sienten quienes formaban parte de la comisión ejecutiva de Caja Duero en junio de 2007, cuando se aprobó la operación de compra del edificio de Valencia y que ahora se sabe, tal y como adelantó DIARIO DE LEÓN, que supuso un sobrecoste de dos millones para la Caja.

Pero, sobre todo, aseguran sentirse «engañados». Al menos aquellos, como Víctor Pedraz y Juan Martín Mesonero, que sí quisieron responder ayer a preguntas de este periódico.

Otros, como Gerardo Pastor se limitaron a un lacónico: «No tengo nada que decir al respecto».

Pedraz y Mesonero coincidieron en exigir que sea la justicia la que actúe «contra aquellos que ocultaron información a la comisión ejecutiva, si finalmente se demuestra que fue así», remarcan.

Y los dos, también, aseguran que ellos se limitaban a aprobar las operaciones que llegaban, «porque todas venían con el visto bueno del comité de dirección y de los técnicos», explican a la vez que insisten en que se aclaren las motivaciones que hubo para «ocultar información, como parece que así fue», puntualizan. Sobre si José María de la Vega debería ser apartado de la dirección de Ceiss, tanto Pedraz como Mesonero dejan la decisión en manos del Consejo: «A él es a quien corresponde actuar».

Este periódico trató sin éxito de contactar con el resto de miembros de la comisión, incluido el ex presidente de Caja Duero Julio Fermoso, al igual que con José María de la Vega. Quien sí habló fue con el ex director general de la Caja, Lucas Hernández, que se limitó a un «no tengo ninguna valoración que hacer», en respuesta a este periódico.