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Publicado por
ernesto escapa
León

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Amortizados sin fruto los plazos para canjear nuestro ahorro por cromos andaluces, se suceden los intentos de disfrazar aquel fracaso. A veces, con inusitado alboroto. Incluso ha habido medios de comunicación que dieron por buenas las aleluyas del cambalache, sin detenerse a echar cuentas. Primero fue la aparición de unos mandos del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, luego la carta mocha y desmedida suscrita por la parte imputada del dúo gobernante: Del Canto/De la Vega. Después, las llamadas telefónicas desde las sucursales a cada una de las miles y miles de víctimas del engaño. Finalmente, la rendición, el ofrecimiento de nuevos plazos para después de Reyes y a pedir que tarde en llegar la hora de la verdad.

Ciertamente, lo tienen crudo, si miran la deriva de otros jerarcas del ahorro. Los valencianos ya están en presidio, mientras estos días el ruedo ibérico se solaza con los recaditos entre Blesa, que presidió Caja Madrid, y sus instructores. Pero más allá del espectáculo tan poco navideño, la Audiencia Nacional fija los criterios para desvelar la inmundicia de las preferentes en las Cajas que formaron Bankia. En sus resoluciones, la Audiencia dice más. Primero, que excluye de la investigación a los empleados de las sucursales, sobre quienes tienden a soltar lastre los granujas. Y segundo, que la comercialización de las preferentes planificada por los órganos directivos, fue una maniobra para disfrazar la situación de insolvencia de sus entidades y engañar a los impositores. Usaron el artilugio para capitalizarse y ocultar el deterioro de sus cuentas.

En todo este malvado proceso de engaño masivo queda por dilucidar un siniestro capítulo todavía protegido por la sombra, en el que de momento nadie parece querer entrar. Me refiero al trueque que los del gremio llaman “case de operaciones”. Sucedió al comprobar los directivos de las entidades de ahorro que las preferentes ya no valían en el mercado lo que figuraba en su nominal. Entonces, con absoluto desparpajo, se las recompraron a los clientes distinguidos al precio de venta, para colocar aquellos desechos a la poblada tropa de incautos ahorradores anónimos. La cuestión, para dilucidar si hubo ese manejo que buscaba beneficiar a unos clientes en perjuicio de otros, radica en conocer los nombres del trasiego. Porque confidentes internos mencionan a ilustres beneficiados, cuyo dinero se lavaba a través de sucursales distantes, a partir de 2009: de Calatayud a Torrelavega, de Mijas a Hospitalet, de Avilés a Oleiros, de Coslada a Cartagena.

No parece, en principio, una pesquisa complicada, cuando la trampa ha resultado tan dañina. Y no preocupa tanto desvelar la naturaleza del engaño, que ya ha sido calificado por el Fiscal General del Estado de gran estafa, como los efectos del rebote de quienes quedaron pillados con sus inversiones considerándose clientes también preferentes. Debieran haber sabido que cuando se trajina por el Patio de Monipodio hay que cuidar bien de la cartera. Aunque quien más quien menos sacó su provecho, entre directivos y consejeros, la tajada no fue igual para todos. Y entre pícaros, se lleva muy mal comprobar cómo aquel pardillo que se sentaba a tu lado, al final sacó mejor partido. Por eso, menudean tanto ahora los soplos, los informes y los testimonios de denuncia.

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