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Luz verde a la Estrategia de Investigación 2014-20
Otra vez, el garito ministerial de Montoro, que engloba los asuntos de Función Pública y Hacienda, ha dado un respingo ante la decisión de Pilar del Olmo de ir pagando su deuda navideña de 2012, aquella extra que Rajoy pretendió birlar a los empleados, mientras en Génova Bárcenas seguía manejando sin cortarse un poco el billetero de las propinas. Sisaron la paga navideña, pero lo hicieron mal, porque el dúo Beteta/Montoro tampoco está para el regate fino. Sin reparar en que el devengo de las extras se produce desde el uno de enero y ninguna decisión puede tener efectos retroactivos. Se acordaron en verano y entonces dieron el hachazo. Beteta venía de la Comunidad de Madrid, donde le tocó el papelón de fregar los pringues del Tamayazo, y no estaba para esos cuidados. Así que los tribunales han ido fallando todas las reclamaciones a favor de los despojados del aguinaldo. Por eso, Pilar del Olmo acordó con los sindicatos devolver el dinero y dejarse de los regateos que recomienda Montoro.
Pero el señor de los tributos encaja mal los desafíos y sobre todo se encabrita cuando le vienen de una mujer resuelta, como Pilar del Olmo. El hombre tiene su propia y penosa historia personal de infortunios, que cada cual alivia como puede, y todavía hoy una mujer decidida lo acongoja. De ahí que se defienda sembrando maldades, que vehiculan sin pudor los servicios contaminantes de su propio ministerio. La última ha sido airear que las Comunidades que no están en desahucio financiero, incapaces por tanto de pedir dinero a los bancos, han perdido unos cuantos millones por no acudir a beber a su Fondo de Liquidez Autonómica. En nuestro caso, el empeño del trienio habría supuesto un sobrecoste de más de 166 millones. Lo cual resulta, cuando menos, paradójico, pues ese morral se nutre con el esfuerzo de todos y no parece tragable que luego lo funda repartiendo dinerito barato a los manirrotos. De Mas a Fabra, de Bauzá a Ana Botella. La ruina municipal de Madrid, Barcelona y unas cuantas capitales más, incluido León, le urgió una reforma local cuya pretensión obsesiva era suprimir las juntas vecinales. No por racionalidad ni ahorro, sino porque tenían bienes cuantiosos para montar una subasta.
Cuesta admitir que el ministro de las perras actúe como un chisgarabís, pero cosas así pasan más a menudo de lo aconsejable. Y no es el único. En casa venimos padeciendo los atropellos del canario de Industria a la minería y a nuestros paradores. A veces, a lo tonto. A la minería le ha puesto la cruz para los funerales y sólo mediado abril suelta los dineros del año precedente, mientras siguen sin convocar las ayudas de 2014, a ver si cortando los suministros asistenciales, por fin expira el carbón. Claro que en esa faena no navega solo, pues una amplia mayoría parlamentaria arropa la deriva de sus desmanes mineros, turísticos y energéticos. Sólo Juan Morano dijo basta y se apeó. Pero el pájaro debe de tener alguna fijación con el parador de Villafranca del Bierzo, ojito de las inversiones de Miguel Martínez en época de Zapatero. Y la resuelve tapando su merecida dedicación a nuestro escritor Antonio Pereira. Una campaña reciente de los paradores que gestiona la ex de don Rato tentaba a sus clientes con las claves literarias de cada establecimiento. Un guiño dispendioso y cafre, ignorante de la real dimensión y alcance de nuestro Pereira. Entre otras inopias.