Diario de León
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ernesto escapa
León

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Los pregones presupuestarios de otros octubres preelectorales siempre mostraban alguna novedad ilusionante, a expensas de que luego llegara la rebaja de los sueños. Esta vez no va a hacer falta, porque los mismos pregoneros ya se encargan de aguar el vino. Además, los asuntos se suceden a velocidad de vértigo, como si vinieran acuciados por la urgencia.

Ocurrió con los propósitos de regeneración política, puestos a prueba por el despilfarro de las tarjetas clandestinas. Y se repite con la lluvia presupuestaria. Hace quince días nos echó su pregón ferroviario el gobierno de Rajoy y esta semana Herrera agitó la bolsa que debe atender nuestras urgencias más perentorias. Pero las rebajas ni siquiera aguardan a la caída de la hoja. A menudo se producen al día siguiente de los pregones. Acaba de pasar con el escándalo de los gorgojos encontrados en la comida escolar de los niños. O sea, gusanos de los de toda la vida.

La podredumbre servida a los escolares leoneses ha desvelado una trayectoria de irregularidades desde al menos 2007, que fue el año de entrada en la crisis. Una secuencia que va de Sevilla a Elche y de Segovia a León. Sin repercusiones para la empresa de catering, al menos de momento. Claro que la deriva que vaya a tener el caso es impredecible. Y mejor que sus portavoces oficiales y empresariales no la píen demasiado, no vaya a ser que les ocurra como a los valentones que se lanzaron sobre la víctima del ébola. Porque no deben olvidar en ningún caso que las tragaderas de la gente están repletas y donde menos se piensa salta la liebre. Seguramente este marraneo alimentario es producto inesperado de los recortes, como ocurre con otros sustos sanitarios o de atención social. Lo cierto, en cualquier caso, que mejor afrontar el problema, dar la cara y buscar una solución aceptable. Nunca mirar para otro lado. Por si los gorgojos se multiplican y crecen.

Hablando de recortes, quizá el momento más significativo de la comparencia presupuestaria de Herrera fue aquel en que puso en contraste la cantidad recibida por Cataluña (y otras muchas Comunidades: las insolventes) del Fondo de Liquidez Autonómica frente a Castilla y León. No hay partido, porque perdemos por más de seis mil millones a cero. Es el dinero adelantado por el Estado para atender a proveedores, cuyo interés, si es que algún día se devuelve, resulta irrelevante. Así que de momento siguen sin elaborar un presupuesto, para no mostrar los descubiertos. Nosotros en cambio destinamos más de mil millones en 2015 a pagar la deuda, cantidad que se sitúa en el tercer puesto de nuestro ranking presupuestario, sólo por detrás de Sanidad y Educación. Y eso que esta vez el desembolso se reduce más del veinte por ciento.

Pero es lo que hay. Quizá convenga un apunte más. Mientras las Autonomías económicamente solventes andan ahora a ver si consiguen que Montoro les permita refinanciar sus préstamos al uno por ciento, en las mismas condiciones que disfrutan los manirrotos, cada año acumulamos un desajuste presupuestario de más cuatrocientos millones entre lo que el Estado pone y el gasto destinado a Sanidad, Educación y Servicios Sociales. Con grave quebranto de otras políticas también prioritarias. Un desajuste que nos ahoga desde la firma de las transferencias y que algún día habrá que mirar.

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