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Publicado por
ernesto escapa
León

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T odo este ruidoso trajín de mitineo con el que transitamos las semanas intermedias de mayo, se acaba resumiendo en una pillería de juego infantil. De repente, la sucesión de encuestas, cuyo resultado sólo complace a quienes va dejando vivos, al menos de momento, ha encontrado su réplica en el batacazo demoscópico del otro día en Inglaterra. Si los cálculos no pintan halagüeños, nos acogemos al escondite inglés. Para ver si va despejando el panorama con los esfuerzos de campaña. Porque nada está escrito antes de Pentecostés, que siempre fue una fecha litúrgica de regocijo. Pero lo malo de mirar a las islas, es que allí la decepción se cura con despedida. Y eso tampoco gusta demasiado. Por si acaso.

De momento, la campaña autonómica y municipal reduce su aliciente a unos cuantos envites, de los que cada cual va saliendo como puede. Porque quienes se acogen con fruición al traspié de la adivinanza sajona, deduciendo que algo así acabará ocurriendo aquí, no reparan en las diferencias que todavía separan aquella democracia de la nuestra. Por mucho que nos pregonemos cuna del parlamentarismo. Por ejemplo, esa acreditada incapacidad para debatir y contrastar programas. Metidos en el juego de la pillería infantil, podemos escuchar al increpado para el debate cómo se revuelve invitando a ser consecuente con la derrota al adversario que no miman las encuestas. Dimitiendo tras el recuento. Pero sin aceptar en ningún caso la exigencia civilizada del templado contraste de ideas. Así que otra vez nos quedamos sin debates y con la campaña reducida a un tropel de candidatos que repiten simplezas de argumentario.

Espigando en el revuelo de estos días, aparecen asuntos dignos de elucidar. El primero y esencial es la trasteada minería del carbón, que después de años de desprecio rebrota en la campaña con singular insistencia. Quizá sea la última oportunidad del carbón para dignificar unos funerales a los que ya han puesto fecha. Desde luego, el candidato Herrera se ha mojado hasta anteponer el compromiso con la minería al debido a su partido. Y no parece dispuesto a ceder a los desplantes del ministro de Industria, un tipo tan cenizo que fue incapaz de acompañar el duelo ocasionado por la muerte de seis mineros. Viajó de Madrid a León, para quedarse escondido en la subdelegación del gobierno. Lo que hemos ido viendo a lo largo de estos últimos años tampoco avala la idoneidad del secretario de Estado, Alberto Nadal. Así que la patata caliente que se le presenta a Herrera en plena campaña tampoco es un lindero que salten galgos de secano. Requiere decisión e influencia. Si una se supone siempre a un político, la influencia desde luego no le ha de faltar a Herrera en el panorama que se avecina. Bien distinto de lo que hay.

Si en algo coinciden todas las encuestas es en otorgarle un resultado que no requiera apoyos ni alianzas. Aunque estas parece que van a ser necesarias para unos cuantos gobiernos municipales. Y en esta tesitura surge de inmediato la incertidumbre de si Ciudadanos, que se configura como el aliado natural de los populares, va a ser tan exigente como pregona a la hora de los respaldos. Rechazando, por ejemplo, cualquier acuerdo con formaciones populares que tengan entre sus integrantes a imputados o responsables de cooperación con corruptos. Apenas falta una novena para verlo.

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