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Publicado por
Ernesto Escapa
León

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En el surtido repertorio de intervenciones que ha desplegado el presidente Herrera en estos días de arranque de la novena legislatura, entre los latiguillos que aliñan y agilizan un menú expresivo tan variado como el suyo, una advertencia se ha convertido en aviso recurrente. Que nadie pretenda conquistar el futuro mirando al retrovisor. El discurso de Herrera combina con naturalidad el garbo del castellano viejo y los recursos narrativos adquiridos en su hábito de buen lector. Por eso, cuando reitera una señal, nunca lo hace por descuido o casualidad. Además, en los días inaugurales de este tiempo que ya enfila hacia el horizonte de su despedida, tampoco ha querido ceñirse al esquema protocolario, aprovechando cada intervención para desplegar un viático que va a ser muy útil a su equipo para culminar con éxito la travesía.

Para el trayecto, ha escogido un equipo paritario y audaz, que no se acomoda ni a las exigencias provinciales ni a las pretensiones y banderías de su partido. Al frente, dispuesta para el relevo, Rosa Valdeón, que es su apuesta personal, al margen de los manejos de aquí o allá, por encima de las zancadillas de la carcundia. Herrera sabe que en la noria de la política, quien resiste y hace valer sus convicciones, siempre acaba ganando. Por mucho alboroto que monten los chisgarabís acuciados por las prisas. Y Rosa Valdeón constituye una enmienda elocuente a la simpleza de los argumentarios y a las acometidas de los tontuelos. Su encargo en este gobierno es la coordinación de las políticas sociales, con el empleo como primer objetivo, y la comunicación fluida con la gente.

Precisamente, el nuevo consejero de Educación, el profesor Fernando Rey, incorpora una sensibilidad orientada a garantizar los derechos de los más desfavorecidos en el acceso a la formación. Catedrático universitario y presidente de Unicef, es un hombre de compromiso, que en esta responsabilidad tiene el reto de conciliar la excelencia con la protección. El gobierno cuenta con dos pesos pesados en su sala de máquinas política y financiera. José Antonio de Santiago-Juárez deja la portavocía pero mantiene la encomienda de la regeneración, la vigilancia del cumplimiento electoral y la tutela que le concede en el ejercicio de gobierno su autoridad de primero entre iguales. Además, tiene el compromiso de abordar el despliegue de la Ordenación del Territorio, para conseguir que los servicios públicos alcancen a la periferia rural. Pilar del Olmo concentra la política económica y financiera, un escenario sembrado de batallas con el tozudo Montoro. Desde la pelea del porcentaje de déficit, al abordaje de la financiación autonómica, un sumidero que en la actualidad nos deja un agujero anual de quinientos millones.

El núcleo duro de los servicios básicos lo completan Antonio María Sáez Aguado, en Sanidad, que no necesita reválida, y Alicia García, en Familia e Igualdad de Oportunidades. Alicia vuelve a Familia, donde ya fue directora general, después de un paso breve por la demediada consejería de Cultura y Turismo. Ahí recala Josefa García Cirac, con la urgencia de rodearse de un equipo nuevo y solvente. Milagros Marcos llega a Agricultura con el aval de su óptima gestión en Servicios Sociales, y Juan Carlos Suárez-Quiñones salta de la Delegación del Gobierno a Fomento. Nadie ignora su vínculo privilegiado con quien realmente manda en el gobierno de España.

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