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La Andanada pedro vicente
León

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T ras las agitadas sesiones precedentes, en las que la presidenta de la Cámara tuvo que emplearse a fondo para mantener el orden en el hemiciclo, el pleno de las Cortes de Castilla y León discurrió ayer de forma apacible, sin que la tensión dialéctica del debate traspasara en ningún momento la frontera de la bronca y la crispación.

De hecho, la sesión comenzó con dos consensos, uno expreso y otro tácito. El primero, la declaración institucional suscrita por todos los grupos en torno a los refugiados, un texto que supone una enmienda a la totalidad al apaño pergeñado en el pasado Consejo Europeo. El consenso de facto es el mantenido a favor de la planta de Lauki en Valladolid, cuyos trabajadores se desplazaron hasta la sede parlamentaria en busca del máximo apoyo contra el cierre anunciado por la multinacional Lactalis.

La amenaza que pesa sobre dicha planta y, por extensión, la irresuelta crisis en el sector lácteo, fue precisamente el asunto elegido por el socialista Luis Tudanca para confrontar con el presidente de la Junta. Frente a las criticas del primero echando en falta una actuación mas efectiva por parte del gobierno de la comunidad, Juan Vicente Herrera contrapuso la rapidez con la que se ha activado el «protocolo de crisis industrial» dispuesto para estas situaciones.

Las cuestiones de índole laboral primaron ayer en el turno de preguntas al presidente. El procurador e IU, José Sarrión, suscitó la alta tasa de precariedad que la reforma laboral viene generando en Castilla y León, en tanto que el portavoz de Ciudadanos, Luis Fuentes, se interesó por el cheque-formación incluido en el acuerdo con el PP que allanó en su día la investidura de Herrera. Sin negar la tasa de precariedad de los nuevos contratos, el presidente de la Junta prefirió quedarse con el dato de que el 76,7 de los empleos son fijos e indefinidos.

A Fuentes, que lleva todas sus intervenciones por escrito, se le notó demasiado que el objeto de la pregunta no era otro que subrayar el distanciamiento político de su grupo con el PP. «Cada vez se quedan ustedes más solos en estas Cortes», dijo el portavoz de C´s tras acusar a la Junta de gobernar con desidia y prepotencia y a su presidente de sufrir el «síndrome Rajoy». Herrera acogió con pasmosa tranquilidad tales críticas, al punto de afirmar que percibía a Fuentes «aquejado de una melancolía previa a la llegada de la primavera».

El presidente cambió completamente de registro para contestar con inusitada dureza al portavoz de Podemos, Pablo Fernández, quien calificó de «ejemplo de utilización partidista de las instituciones» el hecho de que el PP esté demorando la cobertura del escaño de senador autonómico pendiente de designar por las Cortes. El hecho de que Fernández sacara a colación a Juan José Lucas para referirse al Senado como «cementerio de elefantes» provocó una indignada respuesta de Herrera, quién, amén de defender a su antecesor, acusó al portavoz de Podemos de «haberse dejado arrastrar por la arrogancia de su líder».

Fue sin duda el pasaje más tenso de una tarde en la que la Junta y la oposición convinieron —tácitamente o no— concederse una tregua.