Diario de León
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VERLAS VENIR ERNESTO ESCAPA
León

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P rimero se escondió, luego se puso farruco como el preso Granados con la corrupción y todos los delincuentes con sus trapacerías, repitiendo la eterna secuencia de los pillastres: hacerse el tonto, negar la pillada y bracear apenado a todo lo que no corresponde. Con el agravante de que este venía de predicar en Barcelona contra los señalados por el boñigo panameño. Hablo del ministro en funciones José Manuel Soria y de nuestra minería del carbón. La estrategia tampoco difiere de la empleada en su día por tipos como Roldán o doña Rita. Pero los papeles panameños siguieron enmendando lo dicho por el pájaro canario, hasta que Moragas y Cospedal, en un andén del Congreso, le indicaron a Soria que se dejara de enredos y a comparecer. Ya antes, crecido por la tolerancia de su entorno político, había acabado perdiendo el oremus para proclamar que mediante un supuesto escrito dirigido al fiscal de la Audiencia Nacional otorgaba su expresa autorización a la fiscalía de ese tribunal para recabar a Panamá toda la información sobre sus pillerías “que entienda pertinente”. Primero, miente como un bellaco, porque conoce a la perfección que al ser aforado sólo lo puede investigar el Tribunal Supremo, así como que las comisiones rogatorias son competencia de los jueces, no del fiscal. Claro que quienes hemos padecido durante cuatro años su trayectoria como gestor energético no podemos sorprendernos, ni de la mentira ni de su incompetencia. Ahora que está pilladín y recula como un pastueño, se hace aún más insoportable la pesadilla de haber tenido a un pájaro así al frente del ministerio de Industria, Energía y Turismo. Con el daño hecho, sólo resta la satisfacción de asistir a partir de este momento al derrumbe del trolero. Es verdad que no arregla nada, porque ningún arreglo parece ya posible después de la prolongada asfixia, pero ayuda a digerir los disparates de este sujeto. Y la función acaba de arrancar.

Medio año pagando nóminas de haraganes en el Congreso (y también en el Senado), para acabar echando la primera mitad de 2016 a los perros. Sin dar palo al agua y con un nuevo gasto previsto de 160 millones de euros entre San Juan y San Pedro. Todo ello, no sin sustos. Porque los ganaderos leoneses tienen que seguir tirando la leche que ordeñan y nadie les recoge, mientras la gente de Braulio Medel sigue de ronda podadora. Mil doscientos empleados más de España Duero dirán adiós a su clientela por la frivolidad suicida de los gestores que arruinaron las Cajas. España y Duero. Mientras los jueces encargados de depurar estos descalabros se afanan en otros asuntos o simplemente dormitan. Pero esa indolencia mariana de ir dejando que la cesta se pudra, nada resuelve, sino que lo malogra. ¿Quién se ocupará ahora de atender las cartillas de los jubilados rurales? ¿O nos da lo mismo?

Pero en esta semana de lluvias encadenadas, la pillada del todavía ministro Soria no pareció suficiente al destino, así que nos echó encima al bravío y desocupado Montoro, quien vino a decir que el desmadre del déficit nacional era culpa de los periféricos, sin discriminar. Y sin mirarse a sí mismo, que tiene bien cerca a los gestores de la Seguridad Social (el dúo Báñez-Burgos), causantes de una desviación superior al 1,3 por ciento. Dos tipos situados en esa responsabilidad por la indolencia mariana, aunque ninguno de ellos hubiera tenido en su vida otros ingresos que los derivados de su actividad política. Sin ninguna experiencia en el mercado laboral que avale sus políticas activas de empleo. Con lo cual, la caída de las cotizaciones a la Seguridad Social se ha convertido en el roto que hace inasumible y creciente el desfase. Pero en vez de mirar en casa y advertir que el sistema de financiación autonómica tenía que haberse reformado en 2014, el intrépido Montoro soltó la lengua y amenazó a los gestores de la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales. Una vez más, sin echar un ojo a los ministerios decorativos que acumulan un gasto estrambótico. La Autoridad independiente de responsabilidad fiscal ya había advertido del despropósito oculto en la distribución del techo de gasto vinculado a las competencias. Las autonomías ejecutan más de un tercio del presupuesto nacional, pero únicamente se les concedió un sexto del déficit: 0,7% sobre 4,2,% y no 1,5-1, 6%, que fue el resultado. El problema estuvo en la trampa de quien distribuyó los baremos, no en sus pacientes. Así que hacen bien Castilla y León tosiendo alto y al unísono.

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