DE LA TRAGEDIA A LA TRANQUILIDAD
Un esperanzador viaje desde Siria a Valladolid
Casi año y medio ha durado el periplo que ha llevado a un matrimonio con dos niños a España, un país alejado de la crueldad de la guerra.
CRISTINA FADÓN | VALLADOLID
Diecisiete meses ha durado el periplo que ha llevado a un matrimonio sirio con dos niños desde una población a ocho kilómetros de Damasco a Valladolid, a más de 5.000 kilómetros de su casa cercada por las bombas y el hambre, en un esperanzador viaje que les ha abierto las puertas a otro hogar.
El padre llevaba una vida feliz junto a su mujer y sus dos hijos pequeños antes de que en 2011 estallara la cruenta guerra civil que ha sumido a Siria en el más profundo caos. Según relata ahora, él y su familia vivían a tan solo ocho kilómetros de Damasco, la capital de Siria, donde trabajaba cada día en un taller de carpintería y su mujer en una escuela como maestra, mientras sus dos hijos iban a la guardería. En 2011, su vida dio un vuelco de 180 grados que les obligó a abandonar sus trabajos y esconderse bajo tierra durante más de veinte horas al día para escapar de los bombardeos, saliendo solo de su refugio lo «imprescindible», para hacer la compra en alguna de las tiendas que aún permanecían abiertas.
«Un día cuando salí a comprar, en el edificio de al lado, una mujer recibió un tiro, yo fui a socorrerla enseguida, llevándola a un hospital, y aunque desgraciadamente la mujer falleció en el camino, mereció la pena intentar salvarla, a pesar de poner en peligro mi vida», recuerda emocionado. Pasaron tres años «realmente dramáticos» amenazados por los disparos y los bombardeos constantes, en una situación que se hizo insoportable cuando los alimentos y las medicinas empezaron a escasear.
«Cuando ese desabastecimiento ocurrió lo primero que pensamos fue en nuestros pequeños, en darles una vida mejor, por eso decidimos salir del país, aunque sabíamos el peligro que corríamos al intentar escapar, pero debíamos intentarlo», refiere. En 2014, con poco más que con lo puesto, iniciaron su huida, un periplo que no fue fácil, en el que tuvieron que enfrentarse a momentos complicados, como ser reconocidos por el ejército sirio, «sortear cadáveres» por los caminos o superar los problemas burocráticos y económicos que tuvieron en los países por los que pasaron. Durante más de 17 meses, esta familia pasó por Damasco, Beirut, Argel, Tánger, Melilla, Málaga y Algeciras para llegar a Valladolid, donde hace ya 8 meses que establecieron su nuevo hogar, orgullosos de haber conseguido lo que se habían propuesto: llegar a un lugar seguro y comenzar una nueva vida. Ahora han vuelto a la normalidad en Valladolid, una ciudad que les ha tratado «muy bien» desde el principio, pues mucha gente les está ayudando a integrarse en una cultura que, según este carpintero sirio, no es tan diferente a la suya. A pesar de todo el sufrimiento por el que ha pasado, se muestra optimista y alegre, dispuesto a disfrutar de su nueva vida junto a su familia.