Diario de León
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VERLAS VENIR ERNESTO ESCAPA
León

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E ste penúltimo repaso del año surge con cautela, para que la cercanía de los asuntos no se revuelva en contumelia, ni el pálpito cordial se convierta en detrimento. Porque el atropello es tan accesible, que bien podían acercarse para su bochorno los sindicalistas que le dieron respaldo, los funcionarios que avalaron el destrozo y hasta la conciencia ambiental de Ecologistas en Acción, que también agitó el hisopo. Sobre todo, estos días, que andan relajados de moscosos. Incluso podría acercarse el asistente del Procurador del Común, Joaquín Otero, para tomar nota del atropello. O el mismo consejero de Fomento y Medio Ambiente Suárez-Quiñones, a quien el escarnio pilla de camino hacia su nido de nostalgia en Valbueno. Tampoco queremos que la escabrosa situación de la arenera de Carrocera, un atropello a la normativa vigente, incomode su sosiego navideño.

A los pacientes luniegos de Carrocera el solsticio nos refriega, de entrada, este destrozo ambiental ocasionado por la empresa concursada Calderón, que cortó caminos públicos, desvió el arroyo del valle y dejó un estaribel de pozos y desechos en la concesión abandonada, sin que la autoridad autonómica haya aplicado el Plan de Restauración comprometido. Hecho el destrozo, ahora viene el repliegue hacia la comodidad, mirando para otro sitio. Pero todos los concernidos, no unos pocos. Desde los funcionarios de la delegación autonómica en León, al veedor de la Procuradoría del Común; y desde los sindicalistas y ecologistas que ampararon el destrozo, al consejero Suárez Quiñones. Porque la literalidad de la concesión es tan clara que no admite distracciones. Y ya prevé el depósito de fianza para afrontar el Plan de Restauración. Así que menos disimulos y a reparar el daño cometido a la pedanía de Carrocera, que somos pocos, pero no vamos a transigir.

Porque llueve sobre mojado y esta afrenta se suma al incumplimiento de una década que pesa sobre la fábrica de pellets para calefacciones de nueva generación con biocombustibles sólidos comprometida para el polígono industrial de los Avezales, con un presupuesto de más de dos millones de euros, a cargo del Ente de la Energía de Castilla y León. El pregón electoral de aquel ingenio lo dio la difunta Isabel Carrasco en mayo de 2007 y su cuantificación figuró en el presupuesto autonómico de 2008, detallando todos los tramos del proceso: la recepción de biomasa, el triturado del material, las planchas de secado, la molienda, el paletizado, el enfriado y el almacenaje. La fábrica de Carrocera iba a disponer de un sistema mecanizado capaz de obtener cuatro toneladas de combustible a la hora, con una previsión anual de diez mil toneladas de pellets. Los restos de cenizas depositados en las calderas tras la combustión no iban a llegar al 1%. Así que todos felices como perdices.

Treinta y dos meses más tarde, en abril de 2011, la Junta de Castilla y León concedía una subvención de 4.700.000 euros al ayuntamiento de Carrocera para la construcción de una nueva fase del polígono industrial de los Avezales, situado junto al peaje de La Magdalena. Pasado el tiempo, ¿qué hubo? Pues nada de nada, o aún peor. Si el ingenio de biomasa se desinfló antes de nacer, el Bocyl del 2 de enero de 2015 nos agasajó con el zurullo de la arenera, «cuya vigilancia del cumplimiento de lo establecido en la Declaración de Impacto Ambiental se reparten las consejerías de Economía y Hacienda y de Fomento y Medio Ambiente». Se supone que para duplicar la broma y por si no fuera suficiente el burreo de una sola.

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