Diario de León
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VERLAS VENIR ERNESTO ESCAPA
León

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E n este abril de refranero (ruin de principio a fin) nos despertó el desplante presupuestario, que recortó un 31,9% las inversiones en nuestro territorio, para proseguir con desfiles nazarenos y la resurrección de aquel Solos podemos, pregonado en los años más tristes de la postración. La música que nos hizo pagar dos veces la llegada de la universidad, por poner un ejemplo no del todo baldío, se sacó a pasear de nuevo en el pórtico catedralicio, para que mi condiscípulo el canónigo Mario Hortensio González afronte con la hucha de las entradas la réplica de las estatuas que saludan la visita a la catedral.

Desde luego, no fue el proceder aplicado en la catedral de Burgos cuando en agosto de 1994 la estatua gótica de San Lorenzo se arrojó al suelo desde una altura de 50 metros. A partir de entonces, se replicaron en resina epoxídica, o sea plástico, las 15 estatuas situadas en los balcones y galería de los reyes de la catedral burgalesa y su importe de siete millones y medio en pesetas lo sufragó la dirección general de Patrimonio. Como corresponde, aunque el recordatorio incomode a mi dilecto canónigo Mario Hortensio y al burgalés Enrique Sáiz, director general de Patrimonio. Es verdad que aquí las cosas las hacemos de otro modo, pagando dos veces por lo mismo: primero los impuestos y luego echamos mano del cepillo.

El intermedio festivo pasional y autonómico disolvió el malestar por la mengua presupuestaria, aunque también acució una angustia creciente con la sequía. Y es que esa pérdida diaria tiene para nosotros la percusión de una tortura malaya, que sólo pasa inadvertida para la Confederación Hidrográfica del Duero, organismo al que corresponde su vigilancia. Y parece que se lo están pensando, mientras buscan una salida incruenta para los colegas de Adif, desde la calle Muro de Valladolid.

Entretanto, quien no repara ni en montes ni en morenas es el ex presidente Zapatero en su función de recaudador de apoyos para la socialista andaluza Susana Díaz. Mediado abril, pasó por el Bierzo, con el pretexto de su desvaída Ciuden, y por el Hito de la Memoria de mi pueblo, antes de recalar en Villalar, donde nunca antes había estado. Aunque es cierto que dedicó la tesina de licenciatura al estatuto autonómico de Castilla y León, su afán por la colecta de apoyos a Díaz en las primarias de mayo fue reprendido por el alcalde de Valladolid, quien le reprochó su olvido a Villalar durante cuarenta años, en los que fue militante, dirigente, diputado y presidente del gobierno de España.

El penúltimo domingo de abril ya había estallado el escándalo de las tropelías populares en Madrid, alojando al pillastre que fue su presidente en la cárcel, pero estaban sin cuajar todavía la perfidia de las primarias francesas, que dejaron al candidato socialista con un respaldo irrelevante, la salida de abril con lluvias y el adiós definitivo de Esperanza Aguirre, condesa de Bornos.

Todo se iba a suceder en las postrimerías, cuando empezamos a conocer los entresijos del saqueo madrileño con sus saludos de felicitación y buenos deseos entre el pillastre González y un ministro de Justicia que pretendió hacernos creer que los delitos y corrupciones se convalidan y saldan en las urnas, sin pasar por tribunales ni presidios. Menos mal que los jueces no siguen esa doctrina y celebramos San Isidoro con frío, lluvia y con el mayor de los Pujol Ferrusola ya entre rejas, haciendo pandilla con Granados y González, a la espera del voraz Rodrigo Rato. Abril que sale lloviendo, a mayo llega riendo. Pues a ver cuando cae la pieza.

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