La central de Garoña echa el cierre
El Gobierno cierra definitivamente la central nuclear de Garona por la falta de consenso político y división de las propietarias La planta lleva sin funcionar desde el mes de diciembre de 2012, al cumplir más de cuarenta años.
D. Valera | Madrid
La central nuclear de Santa María de Garoña, la más antigua de España, no volverá a funcionar. En realidad, no lo hace desde diciembre de 2012, pero ayer el Gobierno decidió el cierre definitivo de la instalación burgalesa al «denegar la autorización de explotación» para reabrirla. El Ejecutivo siempre había mostrado sus simpatías por la continuidad de la central, que había cumplido los 40 años de vida útil en 2011. A favor tenía el informe del Consejo de Seguridad Nuclear que avalaba su reapertura siempre que se realizasen algunas reformas. Sin embargo, en los casi seis meses transcurridos desde entonces, el Gobierno ha podido constatar la falta de respaldo político, social e incluso empresarial a extender la vida de la central. Algo que le ha llevado a desistir y anunciar la liquidación de Garoña por falta de «certidumbre» sobre el futuro.
«La posición de Garoña se ha basado en cuestiones ideológicas y no en un debate sosegado sobre el futuro de las centrales», lamentó el ministro de Energía, Alvaro Nadal, al explicar las razones del cierre de la instalación nuclear. Y no dudó al afirmar que el contexto de «clara oposición política» ha sido decisivo. De hecho, el ministro recordó que todos lo partidos, salvo el PP, habían solicitado en el Congreso el cierre de Garoña. A esto se suman las discrepancias existentes sobre la viabilidad del proyecto en Nucleonor, la empresa propietaria de la central formada a partes iguales por Iberdrola y Endesa. Es más, Nadal criticó ayer el papel de las compañías explotadoras de la instalación atómica. «Las propias empresas han usado Garoña como elemento o de presión del parque central nuclear en su conjunto», explicó.
En este sentido, afirmó que el Gobierno no tiene pensado rebajar las tasas nucleares. El ministro insistió en que la decisión de cerrar Garoña no afectará al sistema y tendrá un «nulo impacto» en el mercado energético de España. La central burgalesa tenía una potencia eléctrica de 466 megavatios, inferior a los 1.000 de la mayoría del resto de instalaciones atómicas del país. Nadal también reconoció que el cierre de la central tendrá consecuencias para sus 400 trabajadores, pero recordó que hay un plan de prejubilaciones y de recolocación ya en marcha en la región para paliar esta situación.
En cualquier caso, el titular de Energía quiso desvincular la decisión sobre Garoña del futuro de las cinco centrales todavía en activo. Así, explicó que esta medida no modifica la opinión del Gobierno sobre el parque nuclear y recordó que la posición sigue siendo mantener las instalaciones atómicas. De hecho, Nadal mostró su apoyo para que la central de Almaraz, que en 2020 cumple los 40 años, siga operando. «Espero que no haya más Garoñas», sentenció. En este sentido, destacó que el cierre de todas las centrales nucleares, como proponen algunos partidos, provocaría un aumento del 25% del precio de la electricidad.