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VERLAS VENIR ERNESTO ESCAPA
León

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A unque el saldo de agua embalsada en la cuenca del Duero arroja un balance más que satisfactorio, en ningún caso cabe calificar esa cota como insospechada, pues se corresponde estrictamente al uso razonable de los recursos naturales por parte de nuestros regantes. Sin embargo, ese 56% de remanente acuático con el que estrenamos el año hidrológico en la cuenca no alcanza a rebatir la desbocada carrera del precio de la luz, que ha multiplicado su tarifa por ocho en estos años de precariedad general. La nueva presidenta de la Confederación Hidrográfica del Duero, Cristina Danés, ha insistido en la necesaria expansión depuradora de las aguas, que vamos incumpliendo año tras año y plan tras plan, pero quizá convendría recordarle a la presidenta que se estrena, la necesidad de que su organismo controle con rigor las afecciones a cursos fluviales de la cuenca de explotaciones mineras, areneras y canteras. Porque ahora que vamos de retirada en esos sectores, debido al innegable declive industrial, la pendiente declinante de actividad no autoriza a mirar para otro lado cuando se cometen abusos ambientales.

Y no hago la advertencia a humo de pajas ni al buen tuntún, sino apuntando muy conscientemente. Porque en lugares como la provincia leonesa, donde se acumulan los expedientes de cierre y claudicación de actividad, resulta clamoroso el desinterés concertado o casual, que tanto da, entre el servicio de Medio Ambiente de la Junta y una Justicia indolente, que están dejando el solar provincial como un basurero. Tenemos los desechos sucesivos de la minería, traducidos en negras escombreras o excavaciones alocadas, de las canteras voraces y también de las areneras, cuya actividad desordenada ha ido claudicando al compás de la crisis económica. Y dado que en nuestro ámbito la gestión del territorio tiene como primeros vigilantes a las juntas vecinales, sus responsables pedáneos se encuentran saciados y aburridos de aguantar el altivo menosprecio de los funcionarios ambientales autonómicos, que en la dacha de Guillermo García en Eras de Renueva se manejan muy sueltos. En cuanto a la Justicia, el órgano provincial de la Audiencia ha vuelto a instruirnos sobre cuál es su aventado proceder con el aplazamiento sine die del juicio a Victorino Alonso por el Feixolín lacianiego, decisión que se suma al reciente archivo de la causa por prescripción que afectó a la pandilla cajera. Son ejemplos sucesivos y concurrentes para interpretar cómo la caducidad se está convirtiendo en su estrategia de exculpación.

Mientras el otoño vuelve a despertar la inquietud de retratar nuestros anhelos, León se adelanta con la encomienda de un refrito estratégico a precio de reflexión estelar. El aliño de diversos materiales bastardos con procedencia diversa ha supuesto al consistorio de la capital un desembolso de cien mil euros por poco más de cien páginas escuálidas adobadas con recetas previamente facturadas a la Comunidad de Madrid de doña Cifuentes, al concejo granadino de Montejícar, al gran Bilbao y al concierto vasco de la competitividad. Entre otros tantos desechos pendientes de localizar. Las boqueadas del pez a punto de expirar excitan la confluencia de curanderos y propagandistas, ansiosos de hacer negocio dispensando remedios inverosímiles. Ahí radica el peligro más amenazante para nuestras instituciones, una vez convocados los funerales de la industrialización. Los hay con más o menos adorno de esparavanes, con formulaciones cohibidas o sugestivas, pero todos igualmente inútiles. Unos hablan de estrategias virtuales y otros de bienestar colectivo. Aunque sólo cambian la mueca para facturar.

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