Secuelas de campaña
H an sido días salpicados de simplezas propagadas sin cautelas ni primores de buen gusto y menos aún de respeto a la verdad. Porque acabamos de superar dos campañas electorales encadenadas. Semanas padeciendo, en la orfandad de la España vaciada, la ausencia de nuestros asuntos prioritarios y urgentes en la mercadería obsesiva que manejan los tratantes del baratillo cortesano. Y de ese estupor pasamos a una quincena de recuelo y pactos enturbiada de inmediato por la siembra de estiércol que nos acaba de arrojar, en su comparecencia del día de san Justo, el diputado almeriense Villegas Pérez, bien acreditado entre nosotros (y sobre todo ante el procurador Francisco Igea, que le pintó la cara en las primarias) como muñidor del pucherazo ciudadano que propagó el escándalo de su contienda fraudulenta hasta el recinto plastificado de sus cuarteles almerienses controlados por Vox en El Ejido. Así que farruco como él solo, verbaliza el charnego Villegas, sin asomo de escrúpulos, la demanda inquisitorial de apostasía y abominación planteada por la jerarquía ciudadana catalana al socialista burgalés Luis Tudanca para hablar con él.
Recibido el estiércol, sólo cabe suponer el rebote de Francisco Igea, incapaz de digerir ni siquiera siendo médico especialista en aparato digestivo, este nuevo intento de atropello de los chisgarabís catalanes. A favor de Igea, que es quien debe importarnos por cercanía y pulcritud en este litigio que los catalanes intentan manejar de lejos, cuenta el precedente de haberse rebrincado ya otra vez contra las instrucciones de sus jerarquías ciudadanas, consiguiendo ganarles el pulso. Además, de entonces acá, Francisco Igea ha ido expresando un ideario regenerador que resulta imposible conciliar con el maridaje ultra puesto en marcha en tantos lugares por los chisgarabís venidos de Cataluña, que no consiguen prescindir del trampeo urdido con sus obsesiones pedáneas.
El paisaje resultante de las elecciones del 26 de mayo en Castilla y León va más allá del plano autonómico, en el que el PSOE volvió a ganar las elecciones treintaiséis años después. Si en la convocatoria inaugural de 1983 el PSOE obtuvo 42 procuradores de 84, frente a los 39 de Alianza Popular, el resultado del domingo dobla la diferencia socialista de tres a seis procuradores. También echando cuentas con la historia, convendría refrescar a Igea la envolvente de 1989, cuando la jerarquía central del CDS canjeó con Aznar la alcaldía de Madrid para el abulense Agustín Rodríguez Sahagún (1932-1991) y un par de consejerías en la Junta, a cambio de fagocitar para siempre sus expectativas electorales. En aquel momento y después de las elecciones autonómicas de 1987, el CDS tenía cinco procuradores más de los obtenidos por Ciudadanos el domingo y disponía de un liderazgo contrastado y mucho más solvente que el protagonizado por los zascandiles que ahora tratan de tutelar a Igea, después de haber intentado liquidarlo sin éxito. También aguardan acuerdos de gobernación los ayuntamientos de Segovia, Salamanca, Palencia, León y Burgos, todos ellos a expensas del mejor criterio de Igea, que los ha recorrido en su campaña, y temerosos de la indicación inquisitorial, extravagante y zascandil de los catalanes de Madrid. Los ayuntamientos se constituyen el 15 de junio y las Cortes autonómicas el 21. Hay paréntesis para que Igea vuelva a doblegar a sus inquisidores.