el perfil del presidente
Mañueco encuentra su sitio
El flamante jefe autonómico, que se convirtió en presidente de la Diputación de Salamanca con 30 años, ha tenido que sortear numerosos obstáculos para llegar al gobierno de la Junta.
óscar r. vantana | valladolid
Se le ha hecho largo. El proceso del nuevo presidente de la Junta de Castilla y León, el salmantino Alfonso Fernández Mañueco, para acceder a este cargo ha sido prolongado, tanto en términos inmediatos con las últimas semanas de negociaciones con Cs, como en términos de trayectoria política. Vinculado al PP desde su juventud, Mañueco comenzó a desempeñar cargos públicos en el Ayuntamiento de Salamanca como concejal en 1995, con 30 años, y se convirtió en el presidente de Diputación más joven de España cuando en 1996 accedió al cargo tras la dimisión de su antecesor.
Pero su carrera política en el ámbito autonómico tiene en Juan Vicente Herrera, precisamente la persona a la que, tras jurar su cargo, sustituye desde ayer al frente de la Junta de Castilla y León, la referencia que siempre le ha guiado en sus pasos.
Fue Herrera, recién aterrizado como presidente para sustituir al nombrado ministro Juan José Lucas, quien le nombró en 2001 como consejero de la Presidencia y seguidamente secretario general del PP de Castilla y León, lo que le convirtió en su hombre de confianza en el partido y donde permaneció hasta ascender a presidente, también para suceder a Herrera, en 2017.
Las estrecheces de la crisis y la voluntad de Herrera de que sus potenciales sucesores hicieran una ‘mili’ de gobierno local provocó que tanto a él como a Rosa Valdeón les encomendara la ‘misión’ de convertirse en regidores de Salamanca y Zamora, respectivamente, en 2011, lo que ambos hicieron. A esta ‘misión’ fue entregado también en la siguiente legislatura el leonés Antonio Silván, que se sumó así a la terna de potenciales sucesores de Herrera, y que a la postre, tras el positivo por alcoholemia que apartó a Valdeón de sus cargos en la Junta, sirvió el duelo en primarias de Mañueco y Silván cuando el presidente dio un paso atrás que ya había amagado con dar años atrás. Fue en ese momento cuando Mañueco tuvo claro que, en la práctica, los años al frente del partido le servirían para gestionar mejor que su oponente un proceso de primarias que estrenaba el PP y que, con un apoyo más holgado del previsto, le puso al frente del partido en 2017 y, de facto, le convirtió en candidato a las elecciones de 2019, aunque las convulsiones internas del PP a nivel nacional aún mantuvieron esta candidatura en la nevera. Los dos años de coexistencia, la famosa ‘bicefalia’ entre Herrera y Mañueco, fueron superados con la voluntad de ambos y el salmantino se presentó a unas elecciones en un escenario complejo, con temor al efecto de la división del voto conservador entre el PP, Cs y Vox, y que se materializó en que la candidatura popular obtuvo su peor resultado en décadas, con sólo 29 escaños, frente a un triunfo del PSOE, con 35, que no se repetía desde hacía tres décadas. Pero Mañueco se ha agarrado a las coincidencias programáticas con Ciudadanos y al veto del partido naranja a la negociación con el PSOE para aprovechar su oportunidad y llegar a ser presidente de la Junta.