Los socios europeos de Casado le piden frenar sus tratos con «populistas»
En la segunda jornada de la convención nacional del PP, Tusk
Si la pretensión de Pablo Casado al organizar la convención nacional del Partido Popular era la de recibir consejos, los esta obteniendo a pares. Y todos en la misma dirección, la de alejarse de «los populistas».
Ayer, el cónclave itinerante con el que el partido está recorriendo el país durante esta semana hizo parada en Valladolid. En una Cúpula del Milenio —situada en la avenida de Miguel Angel Blanco— que se quedó pequeña ante la afluencia de militantes y que recordó, mascarillas a parte, a tiempos precovid por su elevado aforo, el líder de los populares contó con el respaldo de los expresidentes del Consejo Europeo y de Polonia, Donald Tusk, y del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, que le alertaron de la «creciente presión de los radicales» en todo el continente.
Ambos pertenecen a la misma familia política que Casado y padecen similares problemas estratégicos en sus propios países (Tusk en Polonia y Tajani en Italia), los de un espacio de centroderecha amenazado por los extremos y que en la Unión Europea se encuentra en retroceso tras el segundo puesto obtenido el domingo por la CDU en Alemania, que acusó en las urnas el adiós de Angela Merkel.
Como le había recetado un día antes en Santiago de Compostela el expresidente Mariano Rajoy, esta vez fue Tusk —en un más que correcto castellano pese a asegurar que era la primera vez que lo hablaba— el que aconsejó a Casado «huir de los discursos fáciles de otras fuerzas y apostar por la moderación, el sentido común y la disposición al diálogo».
«Si cedemos, los ciudadanos quedarán a merced de los populistas: los rojos o los pardos», zanjó. Una idea que también desarrolló Tajani, que elevó a Casado a «solución» contra los extremismos y «futuro líder europeo de los populares». «Cené con Aznar y con Rajoy en La Moncloa, espero cenar allí contigo», añadió.
Pero Casado siguió eludiendo referirse directamente al debate sobre si su partido debe negarse o no a alcanzar futuros pactos de gobierno con Vox. En mayo, tras la incontestable victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, se mostraba convencido de que la posibilidad de la reunificación del centroderecha en el Partido Popular estaba madura, sobre todo tras la defenestración de Ciudadanos y el resultado de Vox en aquellas autonómicas. Pero cinco meses más tarde las encuestas no aclaran que la formación vaya a depender de sí misma si vence en las generales. Todo indica que será necesario negociar con el partido de Santiago Abascal.
El preside del PP, en cambio, se encuentra muy cómodo rodeado de dos de los referentes de su familia política europea y aprovechó la presencia de ambos para exigir al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que «traiga» a España al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont «como había prometido». «No debe poner palos en las ruedas, como ha hecho con la Abogacía del Estado, las euroórdenes deben cumplirse», añadió.
Mientras Tusk pasó de puntillas sobre esta cuestión durante su intervención, Tajani, que milita en Forza Italia (el partido de Silvio Berlusconi), se mostró más combativo y se creció con una defensa a ultranza de «la bandera española, la Constitución y la unidad de España». Palabras que arrancaron la mayor ovación vivida durante la jornada en la Cúpula del Milenio.
Como en cada cita de la convención nacional (aún deben pasar por Madrid, Sevilla, Cartagena y Valencia), Casado contó ayer con la presencia del presidente autonómico de turno, en este caso el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Junto al gallego Alberto Núñez Feijóo son los únicos barones populares que no han dependido de Vox para formar gobierno. Desde esa postura, Mañueco insistió en elevar la competición nacional a una pugna europea y «romper con quienes no creen en la UE».
La jornada se abrió con un coloquio sobre ‘Violencia Política’ en el que los populares se volvieron a reivindicar como «el partido que siempre está con las víctimas del terrorismo». En él participaron la presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, Marimar Blanco; la de la fundación Jiménez Becerril, Teresa Jiménez Becerril; y el responsable de la Fundación Dignidad y Justicia, Daniel Portero. Los tres cargaron contra el Gobierno al entender que «prefiere dar de lado a las víctimas por pactar con los herederos de ETA», como señaló Blanco.