A Fondo
Ciclos políticos, conflictos y liderazgos locales reducen a un 25% los feudos monocolor sin alternancia tras 40 años
El PP, heredero del CDS y el PDP, acapara un mayor número de municipios con pleno de triunfos El PSOE los tiene en El Bierzo
Los resultados electorales vienen marcados claramente por los ciclos políticos. Unas tendencias que no saben del color de la urna y que limitan la existencia de claros feudos electorales cuando se analiza un periodo de tiempo tan extenso como los casi 40 años transcurridos desde las primeras elecciones autonómicas de 1983.
Como esos primeros comicios a las Cortes de Castilla y León no tuvieron lugar hasta ese año, el ciclo inicial de la Democracia española de dominio de la UCD (Unión del Centro Democrático) no tuvo efecto y esa convocatoria inicial sí estuvo marcada por el dominio arrollador del PSOE de Felipe González, que se había impuesto a nivel nacional en octubre de 1982, sin un rival claro enfrente con el centrismo totalmente roto y con una incipiente Alianza Popular que estaba aún muy lejos de lo que serían sus momentos de esplendor, cuando consiguió ir absorbiendo agrupaciones del ámbito de centro-derecha.
Alternancia
Desde entonces, se han sucedido esos ciclos marcados por el claro dominio socialista hasta mediados de los años noventa, por el que se concretó con la irrupción en La Moncloa del popular José María Aznar en 1996, emigrado precisamente desde Valladolid tras ser el primer presidente de su partido en la Junta. Pero el final de esa era abrió otra que tuvo como protagonista de nuevo al PSOE, de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, para volver a invertirse las cosas con la llegada de Mariano Rajoy a la presidencia del Gobierno en 2011, hasta la moción de censura que provocó el relevo en favor de Pedro Sánchez.
A la provincia de León se la ha comparado en múltiples ocasiones con el estado de Ohio, que consigue clavar el resultado en cada elección de presidente de Estados Unidos. Y hay mucho de esto, puesto que la tendencia en el voto viene especialmente condicionada por esas tendencias nacionales, y más si cabe en el caso de las grandes ciudades, en las que se han alternado el PSOE y el PP, aunque con un mayor predominio de los socialistas en Ponferrada y de los populares en León.
Sin precedentes
Astorga —en menor medida—, Bembibre o La Bañeza también han vivido esa alternancia según los gobiernos de turno —aunque con matices según los liderazgos de cada momento en los grandes partidos, independientes o regionalistas, lo que automáticamente ha tenido efectos en los resultados de las otras convocatorias a las urnas, tanto en europeas, como generales o autonómicas. En el caso de la capital maragata sí ha existido una contradicción reiterada con triunfos locales socialistas y victorias de la derecha en las otras urnas.
Convocatoria diferente
El 13 de febrero se presenta como una novedad en la historia de las elecciones en la provincia puesto que por primera vez sólo habrá papeletas de color naranja para elegir a los procuradores de las Cortes autonómicas. Sin ningún tipo de condicionante externo, ni siquiera en coincidencia con unas elecciones europeas, como ya se ha dado, aunque lo que no han fallado nunca hasta ahora eran las locales.
En todo caso, es previsible que se produzca la otra gran influencia existente en las convocatorias a las urnas, y que parte de los lideratos locales. Casos como el de Juan Morano en León pueden ser el mejor ejemplo de esa posibilidad de que no se trasladen las tendencias nacionales de manera directa y que exista un voto a la contra .
Efecto Ohio
En el mundo rural son muy frecuentes los alcaldes que han permanecido un buen número de mandatos en el cargo, logrando que en sus municipios se vote de manera reiterada a un mismo partido independientemente de la convocatoria que toque. Pero, incluso en este caso, se perciben vuelcos, con dominios que parecen inapelables durante un buen puñado de años para cambiar las cosas radicalmente con el acceso de otro regidor.
En la evolución del voto en los diferentes ayuntamientos también destaca la influencia que se genera tras las crisis políticas —cuando surgen desavenencias entre los dirigentes provinciales o comarcales con los locales—, con las mociones de censura, las rupturas internas de los grupos o los pactos que sólo consiguen pocos respaldos entre la ciudadanía. Es fácil comprobar que desde ese momento, con la constitución de formaciones pequeñas, el voto en las autonómicas queda automáticamente condicionado a la relación de los ex con sus antiguos compañeros de partido.
El campo, dividido
Un caso llamativo se genera en el campo leonés. En el que priman los feudos del Partido Popular en lo que podría denominar de modo muy extensivo el Páramo, mientras que la zona del Esla ha vivido atada a las filas socialistas en torno al movimiento campesino de Ugal, que en estos momentos ha optado por adherirse a la Unión del Pueblo Leonés (UPL).
También existen circunstancias singulares que facilitan una fidelidad al voto socialista en casos como Pajares de los Oteros, donde su alcalde se presenta por una lista independiente aunque parece que en ese municipio se sigue viviendo una fidelidad al PSOE, que no llegó hasta el cambio de siglo.
En el caso de la montaña, y especialmente en las comarcas mineras es mucho más fácil encontrarse fidelidades con el voto socialista, al igual que en buena parte del Bierzo, aunque en esta comarca también existen claros feudos del PP como en el caso de Borrenes, Sobrado o Molinaseca.
Factores diversos
En los partidos siempre se mira el resultado de elecciones, por ejemplo de nacionales o europeas, como clarificador del grado de implicación del líder local. Dicen en el seno de los aparatos que los hay de todo tipo. Los que prefieren un mal resultado salvo cuando figura su nombre en la papeleta y entonces no se molestan en el resto de convocatorias. Los que intentan exhibir que la fidelidad de sus convecinos es máxima...
Y los que incluso trampean con los votos, un fenómeno muy conocido en el caso de las elecciones al Senado, cuando la batalla interna entre los candidatos tradicionalmente ha sido muy dura para determinar quién se garantiza el puesto, especialmente si sólo se va a conseguir uno, en esos comicios que por su fórmula el reparto más repetido es el de 3 al ganador y 1 para el otro gran partido con representación en esta provincia.