Un maltratador con antecedentes por violencia machista mata a su pareja y a la hija de 8 años
Asesinó por la espalda con cuchillos de cocina a India, después a su novia y luego llamó a su cuñado para confesar el crimen
La avalancha de crímenes de género no para. El año ha comenzado en España como acabó. Si durante las navidades 2022, entre el día del sorteo de la lotería y la Nochevieja, siete hombres asesinaron a sus parejas o exparejas, la peor racha de crímenes de género en tres décadas desde que existen datos fiables, 2023 no ha comenzado mejor. En las primeras tres semanas del nuevo año ya son siete las víctimas mortales causadas por los maltratadores, de nuevo con España en cifras de récord.
Las últimas víctimas de esta lacra son Paloma Pinedo, una vallisoletana de 46 años, y su hija de solo ocho años, India. El novio de Paloma, Daniel M. L., un hombre de 45 años, mató a cuchilladas entre la medianoche del domingo y el lunes a la mujer y también a su hija, fruto de una relación sentimental anterior, según su propia confesión. Paloma y su hija son las víctimas mortales 1.189 desde 2003, ejercicio en el que se creó el registro específico.
Su asesino, como buena parte de los autores de las catorce muertes de la ola actual, es un maltratador reincidente, lo que pone en duda que la policía, los jueces, los servicios sociales y los propios entornos familiares y sociales de las víctimas y de los maltratadores estén haciendo todo lo posible para evitarlo.
Daniel M. L., aunque es posible que su actual pareja lo ignorase, ya fue denunciado por actitudes vejatorias por una compañera sentimental anterior, en 2017. Durante un tiempo el juez instructor le impuso una orden de alejamiento sobre el hijo de cuatro años de la pareja, pero terminó por librarse de una condena por violencia de género ya que la denunciante rechazó ratificar las acusaciones ante el magistrado, según explicaron fuentes de la investigación. No constan denuncias de la presente pareja.
La primera noticia del doble crimen se tuvo poco antes de las tres de la madrugada, cuando el homicida marcó el teléfono de su hermana. Al final con quien acabó hablando fue con su cuñado. «He hecho algo muy malo. He matado a Paloma», confesó en una breve conversación.
El cuñado llamó de inmediato al 112, pero no pudo concretar a los servicios de emergencia en qué lugar se encontraba el presunto homicida, pues solo le había dicho que estaba en casa.
La Policía Nacional, tras acudir a un domicilio vallisoletano de la familia que estaba vacío, pudo averiguar a través de la madre de Paloma Pinedo que su hija y su nieta vivían en un inmueble del quinto piso del número 66 del paseo José Zorrilla, en el centro de la ciudad.
Pese a disponer de la ubicación, los agentes no pudieron comprobar el crimen hasta bastante después, con la llegada de los bomberos. La puerta de la vivienda estaba bloqueada por dentro y nadie contestaba a los gritos y golpes que daban los familiares de las víctimas desde el rellano de la escalera. Los bomberos tuvieron que levantar una persiana y romper una de las ventanas para acceder al piso desde la fachada.
En el interior, bomberos y policías hallaron en el salón de la vivienda el cuerpo sin vida de India, la niña de 8 años, que presentaba varias puñaladas en la espalda, posiblemente causados con cuchillos de cocina. Cerca, en la cocina, estaba el cadáver de Paloma Pinedo, también «con heridas de arma blanca incompatibles con la vida». Igualmente en la cocina fue localizado el asesino confeso, con heridas de arma blanca en el pecho y en las muñecas infringidas por él mismo. Fue detenido y trasladado al Hospital Clínico de Valladolid, donde fue intervenido para reparar sus lesiones si bien «su vida está fuera de peligro», según confirmó la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones.
Los vecinos de Paloma e India se mostraron ayer consternados. Comentaron a la prensa que el detenido no vivía allí con ellas y que iba a buscarlas muy a menudo con su coche. Paloma llevaba muchos años viviendo en esa casa.