“Beso y adiós”, León estrena la señal de tráfico más tierna
La señal luce ya en el islote del cruce de Garn Vía de San Marcos con San Agustín.
La peatonalización de Alfonso V y San Agustín alienta el alumbramiento de una nueva señal en el callejero de la capital leonesa. El rótulo que anima al “beso y adiós”, al estilo de los promovidos a las entradas de los aeropuertos y estaciones, pretende resolver el problema generado por el corte del acceso de los vehículos hasta la puerta del colegio del Sagrado Corazón Carmelitas.
Sin paso desde que comenzaron las obras hace casi un año, los progenitores, familiares y amigos de los escolares del centro, radicados en Alfonso V, gozarán ahora de un espacio para poder parar sin contravenir el reglamento de tráfico. El islote que se genera en la intersección de Gran Vía de San Marcos con el giro hacia San Agustín y Lope de Vega, justo donde el vial pasa de un sentido a dos de circulación, permitirá el estacionamiento para “subida y bajada de escolares” de 08.45 a 09.00 y de 14.00 a 14.15 horas, como se lee en la nueva señal que llama la “atención” con letras mayúsculas y, dentro de un fondo blanco, presenta un icono azul en el que se representa a un escolar con la mochila que da un beso a otra persona que se asoma por la ventanilla.
El nuevo emplazamiento para “beso y adiós” apenas deja espacio para tres vehículos en línea encima del cebreado donde, ya ahora de manera irregular, estacionan los vehículos no solo de los padres y madres del colegio Sagrado Corazón Carmelitas a la entrada y salida del horario escolar, sino también de repartidores y particulares durante toda la jornada. El islote tiene permiso además para el aparcamiento de motos y completa su diseño trapezoidal con un contenedor de aceite usado, dos semáforos pequeños, el mobiliario de publicidad en el que se inserta el reloj y termómetro y un paso de peatones.
La señal más tierna de León está en Gran Vía.
La nueva fórmula da una vuelta más al problema de los estacionamientos a la entrada y salida de los colegios. El espacio del “beso y adiós” anima a no prolongar la estancia, sin prohibir las paradas de los vehículos, para que no haya atascos. El sistema busca permitir que los vehículos de los progenitores se acerquen lo más posible a la puerta de los centros escolares, como sucede en los ubicados en el casco histórico, donde se les concede la gracia de poder entrar por la cuesta de San Isidoro.