Diario de León

Un proyecto de Unicef, financiado con 350.000 euros por la Junta, mejora la nutrición e higiene personal de 6.000 niños en Guinea Bissau

Esta iniciativa multisectorial trata de construir o reparar baños y puntos de agua en ocho centros nutricionales y 12 escuelas de dos regiones del país y formar a los locales para su posterior mantenimiento

Rubén Cacho

El consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago.

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AGENCIAS

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La Consejería de la Presidencia y Unicef España pusieron hoy en valor el proyecto bianual ‘Agua y nutrición’, que la oenegé desarrolla en Guinea Bissau, financiado con 350.000 euros por la Junta, y que persigue la mejora de la nutrición e higiene personal de 6.000 niños en dos de las regiones de este país africano, que tiene la extensión de una tercera parte de Castilla y León. Se trata de una iniciativa multisector que beneficia a prestaciones “sociales básicas y variadas”, tales como construir o reparar baños y puntos de agua en los ocho centros nutricionales y 12 escuelas en las que trabaja el proyecto, así como formar a los ciudadanos locales para su posterior mantenimiento.

Estas bondades se expresaron hoy en una reunión de seguimiento del proyecto, mantenida por el consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago, la presidenta de UNICEF Castilla y León, Eugenia García Rincón, además de diferentes técnicos de la administración y la organización.

“Quiero agradecer la solidaridad de los castellanos y leoneses con este proyecto, porque es dinero público para un proyecto de especial interés, que sale de las convocatorias que la Junta tiene con otras oenegés”, espetó González Gago, quien insistió en que Guinea Bissau es uno de los países “más pobres y más frágiles del mundo”, con tasas de desnutrición crónica que alcanzan el 30 por ciento en menores de cinco años, lo que les evita su desarrollo lógico cognitivo.

El porcentaje alcanza el cinco por ciento para los que sufren desnutrición aguda grave, “de las más preocupantes”. Más aún cuando se ven afectadas por fenómenos como la incidencia de enfermedades diarreicas contraídas como consecuencia del consumo de aguas contaminadas, la falta de higiene, la contaminación ambiental producida por la defecación a campo abierto y otros, lo que impide que la población pueda garantizar su derecho humano al saneamiento.

Actualmente, a pesar de que las consecuencias de la desnutrición son una preocupación importante para el Gobierno de Guinea-Bissau, se producen constantes cuellos de botella que impiden paliar esta situación. Estos son que la inversión pública para garantizar una nutrición adecuada a los niños y la seguridad alimentaria de la ciudadanía “en general es insuficiente”; que las infraestructuras y servicios nutricionales en el país “son deficientes”; que las acciones encaminadas a una detección temprana y prevención de la desnutrición, así como al tratamiento de la desnutrición infantil tanto a nivel comunitario/familiar como de centros de salud también lo son; que el acceso de la población a servicios esenciales de salud, sistemas de agua, saneamiento e higiene o incluso apoyo nutricional “es limitado”; las escuelas, centros de salud y comunidades “carecen o cuentan con deficientes sistemas de agua potable y saneamiento”; y el “bajo conocimiento” de prácticas seguras de higiene y saneamiento por parte de los cuidadores de niños y niñas menores de 5 años, y la ausencia de mecanismos de seguimiento para pacientes ambulatorios y niños recién dados de alta del tratamiento.

Por este tipo de deficiencias, la tasa de mortandad se sitúa en torno al cinco por ciento en niños menores de 5 años, datos que ya empiezan a cambiar con proyectos como los que gestiona Unicef, que cuenta en este país con alrededor de 70 trabajadores. “Nos sentimos muy orgullosos”, de esta aportación que permite mejorar la vida de estos niños, abundó el consejero, quien avanzó que cuando acabe esta intervención “empezarán otras en otros países”.

Un país muy pobre

Por su parte, Eugenia García Rincón agradeció los años que “lleva trabajando con la Junta en cooperación al desarrollo”, con unas ayudas “que son muy importantes para la infancia en todas las situaciones”. “La cooperación al desarrollo es fundamental para países que no tienen la suerte que tenemos nosotros”, sentenció la presidenta regional de Unicef, quien recordó que se trata de un proyecto iniciado en 2023, que “está teniendo grandes resultados en el acceso al agua y mejora del estado nutricional de la infancia”, pues trabaja directamente en centros de salud, escuelas y familias “para que la higiene y nutrición adecuadas sean una máxima”.

Apuntó que Guinea Bissau es uno de los países más “pobres y frágiles”, el número 178 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano, un estado en el que el 77 por ciento de la población vive con menos de dos dólares al día y cuenta con una esperanza de vida de 57 años. Además, uno de cada cuatro niños tiene retraso en el crecimiento y casi la mitad de la ciudadanía no tiene acceso al agua potable y el cinco por ciento, al saneamiento.

Por ello, este proyecto “construye y repara potabilizadoras y evita la contaminación del agua, previene gracias a la higiene y evitar enfermedades diarreicas”. “Impulsamos medidas sencillas pero eficientes, que producen cambios significativos, capacitando a trabajadores sanitarios. Lo hacemos también con personal de salud y suministramos a los niños lactancia materna”, explicó García Rincón, quien detalló que se ha formado a 36 profesores y 3.800 padres y madres en un país en el que la oenegé se encuentra presente desde la década de los 90.

Por último, pronosticó que Unicef mantendrá en este país africano su trabajo. “Me consta que la Junta también lo hará, porque hay mucha gente en el mundo que necesita la ayuda de quienes hemos tenido más suerte. La Junta lo sabe y lo vive al hilo de la cooperación al desarrollo. Nos sentimos comprometidos. Somos unos favorecidos en todos los aspectos”, reflexionó.

Productos básicos

En la misma línea se posicionó la responsable de proyectos internacionales de UNICEF, Blanca Carazo, quien agradeció el apoyo de la Junta no solo en Guinea Bissau, sino en Burkina Faso, Chad o en diferentes crisis específicas, como la causada por las inundaciones en Libia. “Podemos salvar la vida de muchos niños con elementos muy sencillos”, reiteró Carazo, quien recordó que en los años 90 más de 12 millones de niños en el mundo fallecían antes de cumplir los cinco años, y hoy son 4,9 millones, más de 13.000 al día. “Gracias a este tipo de iniciativas mejoramos estos datos, a pesar de que la población ha subido”, defendió.

Carazo habló de elementos tan sencillos entregados a la población local y en los centros de nutrición y escuelas, como una pastilla de jabón, pues sostuvo que lavarse las manos reduce un 40 por ciento el hecho de contraer una diarrea, según causa de mortalidad infantil. También mostró, en la rueda de prensa, sobres de sales de rehidratación oral para tratar esa diarrea; pastillas potabilizadoras ara cuando el agua disponible está contaminada; o un bidón para agua con un diseño plegable para ser lo más eficiente posible con los recursos con los que cuentan y facilitar que se apilen.

Igualmente, señaló que los niños con diarrea continuada acaban en un estado de desnutrición, vinculada al 50 por ciento de las muertes, por lo que en Guinea Bissau es “importante la prevención y diagnosticarlo lo antes posible”. Una de estas formas es medir el perímetro del brazo de los niños con una cinta ‘Muac’, que en función del tamaño y el color indica su desnutrición. “La buena noticia es que entre tres y seis semanas se puede recuperar a ese niño con una pasta de cacahuete”, aseveró Carazo, mientras abría uno de esos sobres. Otro de los productos que se entregan es algo tan sencillo como una bolsa de detergente.

En cada escuela se está conformando un “club de higiene”, del que forman parte padres, profesores y niños, para que cuando el proyecto termine, este club “se ocupe del mantenimiento de las instalaciones”. También se han construido pasos obligatorios que van del baño al lavado de manos; “y siempre se intenta que fuera de la letrina tengan su pastilla de jabón”. “En general, el proyecto parte de medidas muy sencillas, pero con un impacto muy grande en la salud de los niños”, concluyó Carazo.

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