Balbina, zamorana de casi 110 años de edad, presume de ser la abuela más anciana de España
Balbina Domínguez Hernández, que está a punto de cumplir 110 años y que vive en la localidad zamorana de Ferreruela de Tábara, se jacta de ser «la abuela más anciana de toda España» y presume de encontrarse aún bien de salud, aunque reconoce que muy a menudo piensa ya en la muerte. La centenaria abuela, que nació en Ferreruela en el año 1893, presume de haber «pasado» por los tres últimos siglos y reconoce que «ya se quiere morir», pues ha vivido muchos avatares y ha visto morir a mucha gente querida. Considera que es un estorbo para sus hijos que la cuidan en todo momento ante su delicada salud y por ello espera la muerte «cuando me toque», dijo Balbina. La anciana, que se quedó viuda hace 40 años, tiene tres hijas, dos de las cuales permanecen aún en el pueblo; seis nietos y dos bisnietos a los que ha visto alejarse de la localidad zamorana, producto del éxodo poblacional que padecen ya todos los pueblos y que está convirtiendo a las zonas rurales en «lugares de viejos». Balbina ya no recuerda muchos episodios de su niñez, aunque sí le vienen a la mente un buen número de escenas de juventud, cuando en esta localidad se vivía con penuria económica y material y cuando había que sobrevivir «como podíamos», ya que no había los avances ni las facilidades que «tenemos ahora», añadió. No preocuparse, el secreto La anciana, que asegura no haber tenido nunca una enfermedad, considera que el secreto para haber llegado a tanta edad está en «no haber tenido grandes preocupaciones, en aceptar la vida como viene y en haber estado muy bien cuidada por los suyos, «que no me dejan un momento sola»; por todo ello «doy gracias a Dios todos los días», afirmó. Balbina, que lleva dos bastones para poder sujetarse al andar, echa de menos el poder leer los libros de misa como solía hacer antes ya que, según comentó su hija Eugenia Fínez Domínguez, «de unos años a esta parte ha perdido mucha vista», aunque «ha estado leyendo hasta hace bien poco; pero ahora se conforma con que le lean en voz alta». Comenta con humor que a sus casi 110 años lo que más le gusta es comer tocino, los cocidos y las sopas que le prepara su hija, así como que le hagan visitas las demás vecinas del pueblo y sobre todo sus nietos que, cuando pueden, se desplazan hasta la localidad de Ferreruela para estar un rato con ella y para recordar los tiempos pasados.