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Doscientas personas se reúnen en Zamora para recordar a la educadora social asesinada

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EP - ZAMORA.

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Dsocientas personas, entre familiares y amigos, se concentraron ayer entre las cuatro y las cinco de la tarde frente al centro de Mensajeros de la Paz de Zamora en recuerdo de la trabajadora social María Auxiliadora Vázquez, que presuntamente fue asesinada hace una semana por el joven marroquí Abdelahuajed Fatdar Nall. El acto comenzó con el reparto de una margarita a cada uno de los presentes que se dieron cita en la avenida de Requejo, que fue cortada al tráfico en dos de sus cuatro carriles para facilitar la presencia de los asistentes a la concentración silenciosa. Posteriormente, uno de los amigos de la joven leyó un comunicado público en el que agradeció a todos su presencia «en este momento tan especial que pretende ser únicamente un recuerdo a Auxi». Asimismo, añadió que «no pretendemos con este encuentro realizar reivindicaciones ni pedir responsabilidades», y recalcó que «se trata de compartir el recuerdo de una persona que estuvo y compartió con nosotros muchos momentos, una persona sencilla y fresca como la margarita que tenéis en vuestras manos, con la sonrisa siempre en la boca». A continuación, todos los presentes, entre los que se encontraba también el taxista herido por el joven marroquí después de haber recibido el alta en la mañana de ayer, guardaron un minuto de silencio que fue roto por el sonido de una gaita. Posteriormente, otra amiga leyó un texto de Eduardo Galiano y el acto concluyó con la lectura de una poesía a María Auxiliadora. A la conclusión de la concentración, una compañera de trabajo en el centro de Mensajeros de la Paz de Zamora, que prefirió no dar a conocer su nombre, aseguró que la joven fallecida comentaba «muy a menudo» su temor. Asimismo, apuntó que «llegó un momento en que tenía tanto miedo que no tenía otra manera de decirlo más que con comentarios irónicos y con bromas». Afirmó que incluso llegó a comprarse un aerosol antivioladores e iba por la calle mirando hacia atrás por miedo a que le siguieran. En este sentido, apuntó que sus temores eran fruto de los incidentes que el joven marroquí había tenido con sus propios compañeros del centro y las agresiones verbales que vertía contra todos los educadores del programa. No obstante, a pesar de la «pésima» conducta del chico jamás se pudo imaginar que pudiera llegar al extremo de matar a una de sus compañeras. Finalmente, pidió a Mensajeros de la Paz que tome medidas de seguridad si quiere seguir desarrollando estos programas.

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