A SIETE DÍAS VISTA/Rosa Masegosa
Irak: una guerra difícil de justificar
Pocas veces les habrá costado tanto a los miembros del Ejecutivo autonómico justificar una decisión tan terrible como el inicio de la guerra contra Irak, decisión que el Gobierno central, pesara a quien pesara, hizo propia desde el principio, pero que a una comunidad como Castilla y León le queda aún más lejos que al resto. Así, el consejero portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, tuvo que dar la cara el mismo jueves ante la falta de una declaración institucional por parte del presidente Juan Vicente Herrera. En una rueda de prensa en la que las preguntas, más agresivas que nunca, giraron exclusivamente en torno al conflicto, Carriedo sudó tinta para tratar de justificar lo injustificable, escudándose finalmente en que «nadie puede arogarse en exclusiva la defensa de la paz», en clara alusión a la activa participación de PSOE e IU todas las campañas en contra de la guerra. «¿Cuándo habla de esfuerzo por la paz se refiere al ataque de esta madrugada?» o «¿esa defensa de la paz significa que algún miembro de la Junta va a estar presente en las manifestaciones de la paz?», fueron sólo algunas de las indirectas que le regalaron los concienciados periodistas castellanos y leoneses apenas unas horas después de que estallara el conflicto. El consejero de Presidencia, Alfonso Fernández Mañueco, también tuvo que dar explicaciones -por aquello de alternar su cargo en el Ejecutivo autonómico con el de secretario regional del Partido Popular- aunque sus comentarios fueron aún menos creíbles que los de su compañero de Gobierno. Sin embargo, lo tuvo mucho peor el candidato popular a la alcaldía de Burgos, Carlos Aparicio, quien en lugar de pronunciar una conferencia ante universitarios se vio obligado a protegerse de los insultos y de los huevos que éstos le lanzaron, puesto que, de una manera u otra, el ex ministro representaba esta semana a todos los responsables del Gobierno de Aznar que han decidido pasar por encima de los deseos de la mayoría de los ciudadanos. Por su parte, Izquierda Unida acaba de iniciar una campaña de denuncias contra Aznar que serán presentadas en cada una de las provincias de la comunidad. La guerra no ha hecho más que empezar pero a los populares de Castilla y León podría estar resultándoles ya demasiado larga. Difícil de explicar Otras circunstancias difíciles de explicar para los populares han sido esta semana las polémicas declaraciones del alcalde de León y presidente de la Federación Regional de Municipios y Provincias, Mario Amilivia. Y es que al primer edil leonés no se le ha ocurrido otra cosa que ponerse en pie de guerra contra la futura Fundación Villalar, consensuada por populares y socialistas no sin poco sufrimiento. Aún hoy no se sabe muy bien si Amilivia hablaba como alcalde o en nombre de la FRMP, aunque su «sentimiento autonómico» ha quedado perfectamente definido. Sin embargo, no hay que olvidar que tanta polvareda política no se debe sólo a las poco afortunadas declaraciones «leonesistas» de Amilivia, sino también al hecho de que todo lo relacionado con Villalar se ha trata siempre con un cuidado casi quirúrgico, por cuanto son ya demasiadas las ampollas que esta fecha y esta localidad han levantado al Ejecutivo autonómico a lo largo de la historia reciente.