Diario de León

Condenan a un empresario de Valladolid por acoso sexual

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VALLADOLID. EP

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El Juzgado de lo Penal número 1 de Valladolid ha condenado al empresario C.V.C.C., responsable de una empresa de reprografía y material informático y ex gerente de Rank Xerox en la ciudad, a diecisiete fines de semana de arresto como autor de un delito de acoso sexual en el trabajo cometido sobre una trabajadora. En su fallo, según informaron fuentes jurídicas, la juez considera acreditados los hechos y, amén de la pena impuesta, establece que el industrial condenado habrá de indemnizar a la víctima en la cantidad de 12.000 euros (dos millones de pesetas). El Ministerio Fiscal y la acusación particular, ésta última ejercida por la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales, habían pedido 6.480 euros de multa y 24 fines de semana de arresto, respectivamente. En el juicio, la víctima, de 36 años, había ratificado que entre los años 1990 y 2001 el ahora condenado, que inicialmente se incorporó a Rank Xerox Española en calidad de gerente comercial, no cesó de realizarle proposiciones aprovechando que el resto de comerciales se encontraban fuera del centro de trabajo, y alegó que si soportó esa situación durante tantos años fue por temor a perder su empleo. Expresiones soeces Frases del tipo «tengo ganas de echarte un polvo», «me masturbo pensando en ti», «¿cuándo nos acostamos?» o «cuando me voy de putas y me acuesto con ellas me acuerdo de tu cara», eran algunas de las expresiones que, según la denunciante, acostumbraba a decirle el empresario, quien siempre tenía una mirada lasciva o le rozaba de forma inesperada, hasta el punto de que en una ocasión, el 4 de marzo de 1994, llegó a abalanzarse sobre ella en el almacén para tocarla por todo el cuerpo y dos o tres meses después, como seguía sin ceder a sus pretensiones, colocó una esquela cerca de su mesa con el fin de coaccionarla y de que se sometiera. La trabajadora también denunció que su negativa llevó al jefe tomar represalias contra ella, desde degradarla laboralmente, con lo que pasó de administradora a realizar labores de telemárketing, hasta impedirle el acceso a archivos o finalmente, a despedirla, cosa que ocurrió a primeros de abril del 2001. Por su parte, el acusado, de 60 años de edad, achacó la denuncia de su ex empleada a una venganza, a raíz de haberla despedido, y negó haberla sometido a acoso alguno o que llegara a degradarla desde el punto de vista laboral. Reconoció, sin embargo, haber colocado una esquela junto a la mesa de la joven pero lo calificó como una broma dirigida a llamarle la atención, ya que, según dijo, llegaba siempre tarde a trabajar y en alguna ocasión acudió con la misma ropa del día anterior y borracha.

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