El calendario, el reloj y los horarios

El reloj avanza inexorable hacia la cita del próximo mes de mayo. Esta semana ha sido el turno para la presentación de las listas municipales: el PP lo ha hecho en 2.223 municipios y el PSOE, en 1.924. Sin embargo, esta sensible diferencia no parece preocupar a los socialistas que, no sólo han aumentado el número de candidaturas en todas las provincias de la comunidad, sino que en León han presentado listas en la totalidad de los municipios. Los objetivos están claros y para corroborarlo, esta semana hizo su aparición triunfal en Valladolid el histórico Felipe González, quien protagonizó un multitudinario mitin calificado de «radical» por los máximos responsables del PP. Sin embargo, los populares traerán la semana que viene al mismísimo Aznar para inaugurar el flamante Museo de las Ciencias de la capital vallisoletana, por lo que cualquiera puede vaticinar ya, sin temor a equivocarse, que la campaña electoral que se avecina va a ser más que dura. Pero mientras todo eso llega, en el calendario hemos alcanzado y sobrepasado esta semana la fecha en la que se celebra el nacimiento de Castilla y León como comunidad autónoma. Aunque para muchos sigue siendo un simple número rojo en el almanaque, otros continúan insistiendo y luchando porque se convierta en algo más. El problema es que a la evidente falta de sentimiento autonómico de gran parte de los castellanos y leoneses, se une la celebración ese mismo día de una fiesta popular polémica y bastante «roja» que en nada agrada al PP y en la que, pese a todos los esfuerzos por «normalizarla», siempre acaba por meter la pata. Quizá por ello cada año la Junta intenta, durante la tarde-noche del día anterior, dar un mayor protagonismo y realce a la entrega de los Premios de Castilla y León que, sin duda, constituyen la fiesta con más glamour, aunque sea poco, de toda la comunidad. Volviendo a la polémica fiesta popular de Villalar, este año el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, ha tenido que hacer un verdadero ejercicio de malabarismo con los relojes y los horarios para poder estar en dos sitios tan distantes, como son Villalar y Alcalá de Henares, en el mismo día. Finalmente eligió estar en la localidad vallisoletana a primerísima hora de la mañana, cuando sólo él, su comitiva y los periodistas avisados podían romper el silencio de las calles La explicación que tanto Herrera como los miembros de su Gobierno han dado a tan intempestiva visita fue que, a cualquier hora que hubiera ido el presidente, se le habría criticado. Pues bien, eso no es así. Primero, con eso no explican con qué objeto acudía Herrera a una hora tan temprana. Bien es cierto que no podía acudir a otra a causa de un compromiso ineludible, pero, ¿porqué fue a una hora en la que sabía que no iba a ver a nadie y apenas nadie le vería a él?, ¿sólo para hacerse una foto? Esa actitud es aún más criticable que la de no haber ido. Por otro lado, también pudo elegir ir por la tarde, aunque ésto le supusiera un esfuerzo mayor que el del madrugón. Respecto a que se le hubiera criticado cualquiera de estas decisiones, eso es lo mismo que decir que para los populares cualquier cosa que hubiera hecho el presidente Herrera era razonable. Sin embargo, acudir a Villalar a las 8.36 de la mañana para que le vieran los periodistas y algún que otro borracho, no fue nada razonable.