A veces es peor el remedio que el mal

Para ser el primer pleno ordinario de la legislatura, fue de todo menos «ordinario». Y es que aunque todos el mundo esperaba algún tipo de reacción por parte del grupo parlamentario socialista, -que días antes había sentido que se coartaba su libertad de expresión a la hora de preguntar al presidente de la Junta en el Parlamento autonómico-, nadie podía prever el «espectáculo» que se montó. Todos a una, los procuradores socialistas que tenían que formular alguna pregunta en la parte de control al gobierno renunciaron a ello en protesta porque la mayoría popular de la Mesa de las Cortes había rechazado la única cuestión de actualidad que Ángel Villalba había presentado y que, en teoría, debía contestar el propio Juan Vicente Herrera. Pues bien, un pleno que debía haber durado toda la mañana se resolvió en un par de horas puesto que sólo hubo debate en la parte de propuestas legislativas. El resto fue un continuo levantarse y sentarse de procuradores socialistas que comenzaban a leer sus preguntas pero acababan recordando la «injusticia» sufrida por su portavoz, algo que, por otra parte, no había sucedido nunca hasta ahora. Todo ello aderezado con continuas alusiones a la libertad de expresión, a la falta de cortesía parlamentaria, al supuesto carácter dictatorial del Partido Popular, etc., y adornado con las cada vez más enérgicas llamadas al orden del presidente de las Cortes, José Manuel Fernández Santiago que, de este modo, se ha estrenado en su primera «crisis parlamentaria». Una vez superado el calor del «cuerpo a cuerpo» político que supone cada pleno en Fuensaldaña , el balance de lo sucedido se ha desdoblado en dos. Por un lado, la pregunta es qué pasa con todas las preguntas que iba a contestar el Ejecutivo autonómico y que no llegaron a formularse. Está claro que el PSOE logró su objetivo de llamar la atención sobre un suceso injusto y dar una pequeña lección a los responsables de la Junta. Sin embargo, no está tan claro que la medicina que se aplicó no fuera aún más perjudicial que la enfermedad que trataba de sanar. Y es que, aunque sólo haya sido por una vez, esta semana se dejó sin voz al Gobierno de la comunidad, se silenciaron sus posibles respuestas y el ciudadano, -que al final de todo el proceso es que se beneficia o perjudica de las decisiones que adoptan las Cortes-, no recibió nada. Por otro lado, lo del «diente por diente» no sólo está un poco pasado de moda, sino que a todas luces parecía ya superado por otras teorías más inteligentes. En segundo lugar, lo que esta semana se ha puesto sobre la mesa es si de verdad el portavoz del grupo parlamentario popular, José Antonio Santiago de Juárez, tiene tanto poder como para decidir las cuestiones de interés que debe seleccionar la Mesa de las Cortes, máximo órgano del Parlamento autonómico del que ni siquiera forma parte. Ésa ha sido la principal acusación de los socialistas, y también la razón por la que Santiago de Juárez ha arremetido estos días contra el líder del PSOE, Ángel Villalba, iniciando una dura guerra de críticas y declaraciones que recuerda mucho a la ya vivida entre Villalba y Fernández Mañueco durante la pasada legislatura. Habrá que esperar a ver quién gana la próxima batalla porque en ésta el empate ha sido técnico. A vueltas con Villalar La Fundación Villalar aún no ha empezado a dar sus primeros pasos pero ya ha sufrido algún que otro traspié. La Diputación de León acaba de acordar que no formará parte de ella y otras instituciones como la Universidad aún no han tomado una decisión. Desde que se empezó a hablar de la Fundación Villalar, responsables de todos los partidos leoneses han arremetido contra ella, tachándola de «despropósito», «anclada en el pasado» o de «tratar de imponer sentimientos». Por su parte, el presidente de las Cortes, José Manuel Fernádez Santiago ha prometido esta semana que se constituirá cuanto antes, pese a quien pese.