Diario de León

| Crónica | A siete días vista

Que a nadie se le ocurra decir aquello de: «calladita estás más...»

Menudo lío se ha armado esta semana con las declaraciones de Silvia Clemente sobre su antecesor, Tomás Villanueva. Además de deslucir la inauguración de Intur, Herrera tuvo que salir al quite

La consejera Silvia Clemente, en un acto relativo al año Jacobeo

La consejera Silvia Clemente, en un acto relativo al año Jacobeo

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Rosa Masegosa - valladolid
León

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Esta semana era la semana de Intur, la Feria Internacional del Turismo de Interior y principal escaparate de Castilla y León en este sector. Sin embargo, ésta ha sido la semana de la gran polémica político-cultural protagonizada por la consejera de Cultura, Silvia Clemente e, indirectamente, por su antecesor en el cargo, Tomás Villanueva. Parece mentira que el mismo día en el que Intur habría sus puertas y el turismo de Castilla y León se preparaba para lucir sus mejores galas, de lo único que se acabó hablando por los pasillos de la Feria fue del supuesto enfrentamiento entre los dos miembros del equipo de Gobierno de Herrera y de la también supuesta, -aunque aquí hay menos discrepancias-, preponderancia de Valladolid sobre el resto de provincias en lo que a infraestructuras culturales se refiere. Y todo por unas declaraciones hechas a destiempo. Y «para más inri» en una entrevista que le fue solicitada con motivo de la propia inauguración de Intur, ya que con la modificación de la estructura de la Junta, además de consejera de Cultura, Silvia Clemente es también la máxima responsable de la política turística de la comunidad. En dicha entrevista, concedida a un periódico salmantino, se abordó el espinoso tema del Centro de Artes Escénicas de Castilla y León, institución que no acaba de arrancar y que ha sido objeto de una larga polémica en la capital salmantina. Pues bien, la consejera vino a echar la culpa de esta situación a la gestión de su antecesor en el cargo y, en un momento dado, llegó a afirmar que «en Valladolid, si pueden, se lo llevan todo». A la vista de la polvareda que se ha levantado, lo que no se comprende es que la consejera haya hecho estas afirmaciones sin saber lo que se le iba a venir encima. Claro que, de saberlo, no las habría hecho, puesto que nadie en su sano juicio se mete en Valladolid con Tomás Villanueva, que, por cierto, hasta el momento no ha querido ahondar en la polémica. En cualquier caso, lo que está claro es que ningún periodista se ha inventado nada, -para evitar cualquier duda al respecto se inventaron las grabadoras- y, por lo tanto, intentar echar la culpa al mensajero, -algo que se empezó a escuchar nada más saltar la noticia-, no cuela. Al parecer, lo que ha habido ha sido un error de cálculo o un exceso de confianza, a pesar de que algunos hablan incluso de crisis en el seno del Ejecutivo autonómico. Ésa ha sido la acusación que, a la vista de lo sucedido, ha hecho el principal partido de la oposición, algo que el presidente Juan Vicente Herrera se ha apresurado a desmentir asegurando que nunca ha criticado las opiniones de los miembros de su equipo y que, por supuesto, no iba a pedir explicaciones ni consideraba que tuvieran que dárselas. Sea verdad o no, seguro que el presidente ha tenido momentos más agradables que el de la inauguración de la Feria del Turismo de Interior. Como el que vivió tan sólo un rato después en el stand del Patronato Provincial de Turismo de León. Como en el resto de stand que visitó, que fueron muchos, Juan Vicente Herrera fue obsequiado con dos significativos recuerdos de la provincia: un gallo de San Isidoro hecho en bronce, -y no vivo, como algún que otro periodista se creyó en un principio-, y una reproducción de la casa Botines de Gaudí. Regalos que el presidente agradeció con gran cariño y que, de haber estado vivo el gallo, también habría sabido cómo demostrar su gratitud. Porque, de lo que no hay duda es de que Herrera sabe salir de cualquier callejón sin salida aparente. En un callejón sí que parecía estar hasta esta semana la reforma del Reglamento de las Cortes. Sin embargo, PP y PSOE han decidido por fin darle el empujón definitivo y aprobar el acuerdo parlamentario previo a mediados del próximo mes de diciembre. Más de ocho años han sido necesarios para llegar a este punto y, aún así, todavía se habla de un acuerdo con «flecos», puesto que hay algunas cuestiones, como la regulación de las comisiones de investigación o la larga y compleja tramitación de la ley de presupuestos, en las que ambos grupos paramentarios han sido incapaces de llegar a un consenso. Además, durante toda la negociación se ha mantenido al margen a la Unión del Pueblo Leonés, tercer grupo parlamentario de la Cámara autonómica, al que sólo se informará a partir de ahora, -una vez que ya se ha partido el pastel-, para su posible incorporación. Con las orejas gachas Las que se han metido en otro callejón sin salida han sido las tres organizaciones agrarias de ámbito autonómico: Asaja, Coag y UPA. Esta semana han tomado la decisión, no se sabe si precipitada o no, de abandonar el único foro de diálogo que tienen con la Administración, -el Consejo Regional Agrario-, por discrepancias con el consejero de Agricultura, José Valín, sobre la inminente modificación de este órgano. Al margen del conflicto en sí, lo que han hecho mal las organizaciones agrarias en encerrarse en una habitación sin ventanas y encima tirar la llave por el retrete... Y es que los líderes sindicales de las tres organizaciones han jurado y perjurado que no volverán al Consejo Agrario hasta que Valín no desista en su intención de modificar su composición, que pasa por incluir un miembro más en representación de las cooperativas agrarias. Es más, los sindicatos han anunciado que, de salir adelante el Decreto de modificación, sus representantes dimitirán como vocales de este órgano. Estas declaraciones, y sobre todo las formas en las que se han producido, -tras dejarle plantado en su propia casa-, han provocado que el consejero José Valín no sólo monte en cólera, sino que se reafirme en su intención inicial de ampliar los componentes del Consejo Regional Agrario y ponga fecha para que se cumplan sus deseos: un mes. Habrá que ver cómo salen de ésta los representantes del sector agrario que, de no volver con las orejas gachas al redil, se quedarán sin más foro de opinión y reivindicación que los propios medios de comunicación.

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