| Crónica | A siete días vista |
Villalar: la celebración oficial versus la fiesta popular
Poco a poco, la celebración del Día de Villalar se va normalizando en esta localidad vallisoletana, aunque lo que está claro es que nunca dejará de generar curiosas polémicas
Un «¡vivan los novios!» coreado por unos jóvenes madrugadores, -mientras algún que otro despistado preguntaba: «pero, ¿quién se casa?»-, recibieron ayer al presidente de la Junta a su temprana llegada a Villalar de los Comuneros. Acompañado por una nutrida representación del Ejecutivo autonómico, Herrera fue recibido por el presidente de las Cortes, José Manuel Fernández Santiago, vestido con unos informales vaqueros azul marino, y por el histórico alcalde de Villalar de los Comuneros, Felix Calvo (48 años en el poder). Durante la mañana de ayer, todos ellos fueron al mismo tiempo organizadores y público de los actos oficiales que, por primera vez en muchos años, se celebraron en Villalar, ya que a ninguno de ellos acudió el «pueblo llano». Y es que, aunque el ambiente fue muy distendido, casi cordial, está claro que el día de Villalar es más una fiesta de vino con gaseosa a mediodía que de chocolate con churros a primera hora. La polémica de cada año En cualquier caso, parece que la tradicional fiesta que cada 23 de abril se celebra en Villalar, se va «normalizando» poco a poco, aunque está claro que evitar las polémicas que todos los años surgen por estas fechas continúa siendo una misión imposible. Esta vez, la polémica ha tenido dos frentes. Por un lado, los socialistas, que critican la organización de actos oficiales paralelos a la celebración popular, lo que, en su opinión, «interrumpe y fragmenta» la fiesta. Vamos, que si vienen, porque vienen, y si no, también. Por otro lado, los populares transmitieron ayer el mensaje de que se sienten ignorados e incluso ofendidos porque, después de tantos años sin participar, esta vez tampoco se les haya tenido en cuenta a la hora de firmar el manifiesto de Villalar. Por lo demás, la fiesta volvió a tener ayer un ambiente eminentemente popular, a la par que reivindicativo, puesto que, como cada año, fueron varios los colectivos que aprovecharon esta cita para llamar la atención sobre cuestiones de lo más variado... La mejor de estas reivindicaciones: el crespón negro que lucían muchas de las banderas de los partidos políticos y de la propia comunidad, en recuerdo de las víctimas del atentado terroristas del pasado 11 de marzo.