Poli bueno y poli malo, en una película sin guión

Como si de una película de Harry el Sucio se tratara, en la Comisión de Presidencia de las Cortes de Castilla y León en la que esta semana compareció el presidente de la Junta para explicar su reciente reunión con Rodríguez Zapatero, quedó claro que en esto de la política también hay «polis buenos» y «polis malos». Según el portavoz del grupo parlamentario socialista, Ángel Villalba, en esta película de factura autonómica el poli bueno vendría a ser el propio Herrera, quien salió encantado de su entrevista con el presidente del Gobierno y así lo manifestó a diestro y siniestro y sin ningún pudor. Por contra, y tras los cínicos comentarios del ministro Sevilla, -quien aseguró que en esta entrevista el presidente de la comunidad se lo había pasado mucho mejor que con el anterior Gobierno-, el número dos del PP, Fernández Mañueco, se vio obligado a saltar a la palestra y actuar como poli malo. Aunque la verdad es que no era la primera ni la última vez que lo hacía, por lo que puede decirse que bordó el papel. Tanto es así que hasta el propio Villalba, -que en un capítulo posterior a la propia entrevista aparecía de caniche de Zapatero-, tuvo que reconocerlo en mitad de la Comisión, lo que sin duda generó el debate más intenso de toda la mañana, sobre todo teniendo en cuenta que se ha hablado hasta la saciedad de la dichosa entrevista. Lo que el viento se llevó Así, Villalba, quien se reiteró en sus recientes calificativos al presidente de la Junta , aunque asumió que se había pasado «un pelín» en el calor del reciente Congreso regional de su partido, recordó que para lenguas viperinas la del poli malo antes mencionado. Y es que en su album de recuerdos políticos, Villalba atesora los calificativo de pirómano social, «Paco Porras» y «culiparlante», entre otros muchos. Por lo demás, en algún momento de la Comisión, y ante lo bien informado que estaba el portavoz socialista del contenido de la entrevista con Zapatero, se dudo sobre si había estado o no dentro de uno de los armario del despacho presidencial, lo que, -como no-, provocó la consabida broma sobre si había salido ya del citado mueble. En cualquier caso, el papel protagonista de lo llevó al final Herrera, quien como colofón, y al más puro estilo Escarlata O'Hara, puso como testigo de la verosimilitud de todo lo expresado al propio Villalba.