Cuentas que no cuadran
Semana movidita la que acaba de terminar. Remodelación del Ejecutivo autonómico y presentación del proyecto de ley de presupuestos. Y aunque haya a quien no le cuadre que ambas cuestiones se hayan confabulado para producirse en la misma semana, -por aquello de que las cuentas autonómicas son uno de los documentos más importantes que cada año debe aprobar un Gobierno, y que, por lo tanto, su credibilidad depende de la propia estabilidad del equipo que lo elabora-, no hay que olvidar que el Congreso regional de los populares está al caer y que algunas de las claves de la reestructuración podrían esconderse en la capital salmantina, donde a finales de noviembre se celebrará este evento. Lo que no se le escapa a nadie es que la creación de dos vicepresidencias con áreas y funciones tan diferenciadas como las que ha diseñado el propio presidente de la Junta, deja a Herrera con las manos libres para dedicarse a la que debería ser una de sus principales preocupaciones, es decir, reivindicar ante el Gobierno central todo aquello que estime necesario, tarea que, hasta ahora, se había ido dejando para otro día. Salvo en las Cortes de Castilla y León, donde consejeros y procuradores de grupo parlamentario popular se han pasado por el otro extremo. Vamos, que en lugar de dar respuesta y debatir los asuntos que preocupan a la comunidad, no hacen otra cosa que lanzar la pelota a Madrid, de tal forma que asistir a un pleno parlamentario, como el de hoy en Fuensaldaña, se parece cada día más a una cancha de tenis en la que todas las pelotas van a parar fuera. Y más en concreto, al saco de la UPL, que, aprovechando la especial coyuntura, va poco a poco sumando apoyos y acuerdos que otrora parecían imposibles. Y que luego les tachen de radicales.... Con el registro en las Cortes de las cuentas del 2005 comienza una larga tramitación parlamentaria cuyo capítulo más interesante serán las comparecencias de los consejeros para explicar los proyectos concretos previstos por cada uno de sus departamentos para el año que viene. Así, mientras unos proyectos, -como el circuito de velocidad de La Bañeza-, parecen haberse perdido entre tanto número, a algunos, como a Joaquín Otero, no le salen las cuentas, sobre todo si para empezar a sumar primero hay que restar los fondos mineros que cada año «inflan» las inversiones en León.