El propietario del único rebaño trashumante bovino que queda cifra las pérdidas en 30.000 euros
Las vacas arrolladas por el talgo en Zamora huían de un ataque del lobo
Siete pastores llevan a caballo a las 300 reses durante cinco días en un recorrido de 200 kilómetros
En pleno proceso de lo que se antoja como la inevitable y paulatina desaparición de la trashumancia con ganado vacuno, Eduardo González se aferra a la tradición secular para conducir cada temporada su rebaño de 300 vacas desde el corazón de la sierra de la Culebra hasta la localidad de Salce, en la comarca de Sayago, ambas en Zamora. Parece que no termina de amanecer en El Folgoso de la Carballeda, en la sierra de la Culebra. Hace frío, aunque el sol brilla con fuerza tras muchos días de niebla en Sanabria. El paisaje se muestra mucho más amable de lo que lo hizo la madrugada del sábado, cuando el talgo que une Galicia con Madrid se llevó por delante a 34 vacas que huían despavoridas de una manada de lobos, según afirmó horas después su desconsolado propietario, Eduardo González. El ganadero es dueño de 300 cabezas de raza morucha y el lance le ha supuesto más de 30.000 euros de pérdidas, además de un retraso en la salida trashumante hacia Salce de Sayago. La truculencia del accidente se llevó los titulares y veló de forma momentánea el objeto real de la reunión de hombres, caballos y vacas, preparados para recorrer en cinco días casi 200 kilómetros entre Manzanal de Arriba y Salce de Sayago. Ambas localidades dan nombre propio a la secular y tradicional trashumancia, en esta ocasión, con siete personas, seis a caballo, que guiarán la vacada desde los pastos de la sierra hacia el sur de la provincia de Zamora. El desplazamiento viene implícito en la propia palabra de origen latino: trans , de la otra parte, y humus , tierra. Todavía hay que esperar un poco porque, compensando en parte el amargo trance del sábado, el ganadero ha tenido que retroceder y dar un rodeo para hacer que un par de vacas que acaban de parir se incorporen al rebaño. Los terneros recién nacidos apenas se han puesto en pie y sus madres se niegan a abandonarlos a su suerte, en especial después de los agitados momentos vividos con los lobos. El camino ya está trazado por el propio transcurso de los años y sólo hay que seguirlo. Asunto aparte es la ilegalidad galopante e impune de quienes incumplen sistemáticamente las servidumbres de paso se refiere. «Nos encontramos con muchos problemas porque muchos de los caminos reales y los ramales están diezmados y tenemos que ir por donde podemos. Hay montones de fincas que han cercado o incluso construido y no permiten el paso aunque lo diga la ley», se queja Pilar Escudero, modista de profesión y caballista por vocación.