La ventana indiscreta del crimen
El Museo de la Policía de Ávila exhibe 2.000 objetos relacionados con asesinatos y estafas del último siglo, a los que se suman armas, trajes y artilugios para detectar a delincuentes La sala
Reconstrucciones de crímenes, pruebas de ingeniosos timos, armas, uniformes, instrumentos de técnica policial, documentos, placas y medallas se dispersan por las salas y las vitrinas del Museo de la Policía de Ávila. En él se mezclan los antiguos artefactos y retazos de la historia de las fuerzas de seguridad con piezas actuales de la realidad policial, más de 2.000. Como explica el responsable de este curioso centro, Carlos Canelo, «en un museo de la Policía caben, sin estar fuera de lugar, todos los objetos que se imaginen». Así lo demuestra la disparidad de las piezas que se exhiben en sus cinco salas de más de mil metros cuadrados, a las que recientemente se ha añadido una sexta que contiene los uniformes de policía de varias decenas de países del mundo. El museo surgió con el nacimiento de la policía moderna hace casi un siglo, en 1908, y se ubicó en Madrid. En un principio, estaba compuesto por curiosidades y recuerdos de la labor policial en su lucha contra la delincuencia. Sin embargo, en enero de 1986 el museo fue trasladado a las instalaciones de la entonces Escuela General de Policía de Ávila. Las salas sólo contaban con unos 200 objetos, que se han multiplicado por diez en las dos últimas décadas. La sala de acceso al museo ofrece al visitante gráficas pinceladas del Cuerpo Nacional de Policía. Dos retratos de los Reyes de España, pintados por un policía, presiden esta primera sala junto con un enorme ejemplar de la Constitución española firmada por todos los diputados y senadores que dieron salida a la Carta Magna. En ella se muestran otras curiosidades, como un elegante bastón de mando de un comisario del siglo XIX, una bandera de España regalada por el ex ministro de Defensa, Federico Trillo, o la antorcha de las Olimpiadas de Barcelona 92. Los alumnos también han contribuido a dotar de piezas al museo. «Esta medalla de oro de las Olimpiadas de Helsinki -indica Canelo, señalando una pieza dorada de una de las vitrinas- fue ganada por un policía que participó en las competiciones, y se subastó en una obra benéfica para enviar ayuda económica a los afectados por las inundaciones de Valencia de 1957; fueron los alumnos de la policía los que la adquirieron para evitar que se perdiera». Igualmente, ellos son los artífices del uniforme del recogedor de chapapote que se exhibe junto al recorrido histórico por los trajes de policía. Este fue el diseño de moda que lucieron muchos alumnos de la Escuela de Policía en el 2002. También pueden contemplarse exóticas armas de fuego como los mosquetes japoneses y la espingardas marroquíes comparten vitrina con espectaculares revólveres al más puro estilo John Wayne o parejas de pistolas de duelo que sembraron de cadáveres, en nombre del honor, las calles españolas en el siglo XIX, junto con bastones-pistola, armas camufladas en monederos y bolígrafos o mortíferas pistolas con tres cañones. El cofre del amor La sala del Cuerpo Nacional de Policía atesora el mobiliario del despacho del General Mola, cuya madera se encuentra labrada con símbolos republicanos, símbolos y órdenes de la Masonería española requisados por las fuerzas franquistas. Otra curiosidad, una de las favoritas de Canelo, es el cofre del amor confeccionado por un joven republicano de 24 años, condenado a muerte en la Guerra Civil, que pintó con coloridas ilustraciones una caja en la que escribió dos cartas a su amada, pidiendo que viviera el resto de sus días «como si él estuviera vivo». La sala denominada de Bertillón abarca toda suerte de timos y estafas, desde falsos diamantes del tamaño de un garbanzo hasta billetes falsificados -uno de ellos está, incluso, dibujado a la perfección a mano-, artilugios de gran ingenio utilizados por los delincuentes, como un robabombillas de los años 50 que dejaba sin luz las farolas de las ciudades o el popular timo de los borregos, una lata llena de monedas falsas que se venden como si fueran de oro. Esta sala recorre también las técnicas de investigación policial, desde la antropometría ideada por el biólogo francés Bertillón para identificar delincuentes y las primeras máquinas de fotografiar delincuentes,conocidas como 'sillas eléctricas, hasta las modernas técnicas de detección de huellas.