Diario de León

Piden seis meses para un cazador de Valladolid por tirar a sus tres perras a un pozo

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efe | valladolid

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El Juzgado de lo Penal número 2 de Valladolid juzgará el próximo día 19 a un vecino de Alaejos, Álvaro del V.B, al que se acusa de haber arrojado el pasado mes de enero a tres perras galgas de su propiedad a un profundo pozo situado en dicho municipio y del que, no sin grandes dificultades, pudieron finalmente ser rescatadas sanas y salvas gracias a la intervención de los bomberos. El Ministerio Fiscal, en su escrito de calificación provisional al que tuvo acceso Europa Press en fuentes jurídicas, solicita para el acusado seis meses de cárcel y dos años de inhabilitación para el ejercicio de la caza, junto con el pago de una multa de 1.080 euros, al considerarle autor de un delito contra la protección de la fauna y animales domésticos y de otro delito de denuncia falsa. En el proceso se encuentran también personadas, en calidad de acusaciones particulares, la protectora de animales Scooby y la Junta de Castilla y León. La citada asociación coincide en su calificación con la del fiscal pero eleva la cuantía de la multa a 1.800 euros, mientras que la Administración autonómica pide cinco meses de prisión y multa de 9.000 euros. «Nos miraban desde abajo» Los hechos, según los acusadores, se produjeron en fechas próximas al día 2 de enero del presente año cuando el imputado, con el fin de deshacerse de sus perros al término de la temporada de caza, se dirigió al paraje del Canto de Alaejos y allí arrojó a tres galgas de su propiedad. Sin embargo, una llamada telefónica efectuada el día 6 de enero a la Asociación Protectora de Animales y Medio Ambiente Scooby de Alaejos advirtió de lo sucedido, de forma que el presidente de la misma, Fermín Pérez Martín, se personó ante la boca del pozo y tras verificar los hechos solicitó la ayuda de los bomberos, que se vieron obligados a utilizar equipos de respiración autónoma para descender a unos 40 metros de profundidad y recuperar a los tres animales.

, recordó Pérez Martín, quien incidió en que los tatuajes que llevaban los animales permitieron identificar al propietario.
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