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| Reportaje | Con la vista fija |

Hilo a hilo de destreza centenaria hilo

Alrededor de 650 encajeros exhiben su pericia en el arte del encaje de bolillos en un encuentro nacional celebrado en Ávila

Los aficionados al encaje se afanan en sus trabajos al pide de la Muralla de Ávila

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ical | ávila

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Cerca de 650 encajeros y encajeras llegadas desde once provincias demostraron ayer su pericia con el arte de los bolillos en el Mercado Grande de Ávila, donde se celebró el Encuentro de Encajeras «Ciudad de Ávila». Pese al frío y la amenaza constante de tormenta, los aficionados a esta labor centenaria exhibieron su destreza en el manejo de los pequeños bastones de madera con los que entrelazan los hilos para dar forma a puntillas, abanicos, chales, fulares, broches, marcapáginas o guantes para niñas de Primera Comunión. Este octavo encuentro es el más numeroso de los realizados hasta ahora. La primera edición, celebrada en el año 2000, reunió apenas a 200 artesanas y aficionadas. Este año, son 650 procedentes de Bilbao, Mérida (Badajoz), Cáceres, Madrid, León, Valladolid, Santander, Salamanca, Palencia, Ávila y Toledo. La presidenta de la Asociación de Encajeras Milano, Paquita Muñoz, recordó la antigüedad de esta labor artesana que «ya practicaba Santa Teresa de Jesús» y que, en los últimos años, se está recuperando como tradición y como pasatiempo. También son muchas las madres y abuelas que se decantan por aprender a hacer bolillos para fabricar puntillas con los que adornar trajes de acristianar, patucos para bebé, encaje para vestidos de novia y para las ligas o para decorar los vestidos de Primera Comunión, adornar ropa de cama o lucir espectaculares chales y fulares para ocasiones especiales. Como ajuar Resulta más barato que adquirirlos en las tiendas, explican las bolilleras, y así recuperan la antigua tradición de «preparar el ajuar, algo que ya no se lleva». «Con el encaje de bolillos se puede hacer de todo», apoya Muñoz. En las bolilleras, las grandes almohadas que utilizan las encajeras para sujetar y tejer la labor con cientos de alfileres, recogen piezas a medio hacer, desde las clásicas puntillas, mantillas y chales de encaje hasta patucos, pendientes, abanicos, broches, marcapáginas, guantes para niñas de Primera Comunión o motivos para cuadros. El auge del encaje de bolillos como hobby, como actividad relajante, ha captado también hombres que se convierten en expertos encajeros. Es el caso del abulense José Luis Alonso, quien aprendió la labor hace «poco más de año y medio». Hasta ahora, ha tejido un escudo del Real Madrid «con todos los colores originales». En estos momentos, elabora un fular de color azulón para lo que se maneja con 90 bolillos. Participa en los encuentros de encajeras que se celebran por toda España, ya que además de poder tejer y consultar con otras aficionadas, le dan la oportunidad «de conocer a mucha gente y de visitar sitios nuevos». El arte del bolillo consigue enganchar a adeptos de todas las edades.

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