Más de 430 jóvenes de los campamentos del Sahara fueron adoptados en la comunidad
La comunidad despide a los niñossaharahuis que acogió en verano
Los participantes definen la experiencia de inolvidable y esperan repetir en el 2008
Este verano, más de 430 niños saharauis han cambiado el calor seco del desierto por unos buenos chapuzones en las piscinas, los bocadillos de jamón y el siempre ruidoso chicle, sus tres ingredientes favoritos para pasar sus dos meses de estancia en la autonomía, según destacaron durante su despedida ante el consejero de Familia e Igualdad de Oportunidades, César Antón. Del mismo modo, los chavales consideran que la experiencia es «inolvidable» y aunque se marchan «contentos» porque van a ver a sus familias, esperan «repetir» el próximo verano. Pero ellos no son los únicos que disfrutan con su estancia en la región, ya que las distintas familias que acogen a los pequeños señalan que les «reporta muchísimo su compañía y su cariño». Tal y como afirma la portavoz de una de las familias de acogida, Teresa Herrera: «Ellos nos dan a nosotros mucho más de lo que nosotros les damos a ellos». Tanto es así, que los habitantes de las autonomía o Ana Santos y José Calvo han repetido experiencia por tercer año consecutivo y tienen muy claro que el año que viene volverán a acogerlos. Además, la mayoría de estas familias mantienen contacto con los niños una vez que estos retornan a sus hogares: «Nos mantenemos en contacto telefónico no sólo con ellos sino también con sus familias e incluso vamos a visitarlos a su país para pasar juntos unos días», apunta el miembro de la familia de acogida de Hamed, de once años, José Calvo. El momento del adiós Sin lugar a dudas el peor momento tanto adultos como niños es cuando llega el momento de despedirse. «Cuando se marchan nos dejan una enorme tristeza, pero sabemos que aunque les cueste marcharse se van contentos porque su familia es lo primero», señala José. Por su parte, los niños experimentan un sentimiento controvertido a la hora de marcharse ya que «España les encanta y no se quieren marchar», pero también tienen muchas ganas de ver a sus familias, según afirma uno de los jóvenes saharauis. Durante su estancia en la autonomía no sólo reciben el calor de las familias sino que además, tienen la posibilidad de tratarse de diversas afecciones. El mayor problema lo presentan en la dentadura. «Vienen con los dientes en muy mal estado a consecuencia del agua de allí», señala Ana Santos, que acoge por tercer año a una niña saharaui. Por su parte, el delegado saharaui, Zeman Mohamed Brahim, apunta que las dolencias en oídos, ojos y la hepatitis son las enfermedades que más se tratan durante su estancia. Ayer se congregaron las familias junto a los niños saharauis acogidos en el acto de despedida de los jóvenes saharahuis.