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| Reportaje | Renovación de instalaciones |

Érase una vez un castillo...

Las ventajas de la nueva sede de las Cortes de Castilla y León se hacen evidentes si se compara con la construcción medieval que albergó la actividad parlamentaria

La fachada de la nueva sede de las Cortes, en la zona de Villa del Prado

Publicado por
Julia Gutiérrez - valladolid
León

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Se quedó pequeño para albergar la actividad parlamentaria de la comunidad: los departamentos de Informática, Publicaciones, Material y Contratación y Contabilidad ya no cabían en el Castillo de Fuensaldaña, la «antigua» sede de las Cortes de Castilla y León. La solución a este problema se encontró en el alquiler de casas en este mismo municipio, lugares que también se utilizaban como almacenes de archivo. Los documentos, sin embargo, no eran los únicos que se disputaban el espacio, ya que seguro que alguna vez hasta los propios parlamentarios se vieron reflejados en la mítica escena del camarote de los Hermanos Marx. Desde luego que es una comparación un poco exagerada, pero una dosis de buen humor nunca viene mal para recordar que la mayoría de los procuradores compartían un despacho común en el que, como es lógico, solían producirse aglomeraciones. Tampoco existían dependencias propias para el equipo de Gobierno autonómico, por lo que cuando sus miembros necesitaban convocar una reunión, recurrían a salas de comisiones o solicitaban la utilización de los despachos de empleados de las Cortes. Así las cosas, no se extrañará nadie de que hasta el espacio de los pasillos se aprovechaba para colocar fotocopiadoras y archivadores, ya que en general, los puestos de trabajo, agrupados y demasiado juntos, compartían espacios con una acusada estrechez como nota predominante. Obstáculos al trabajo Dentro del castillo, no solo obstaculizaban el trabajo éstas barreras, sino también otras, como las arquitectónicas, que limitaban en exceso el espacio en el que una vez en su interior se podía mover una persona con minusvalía. A día de hoy, sin embargo, esas situaciones se habrán sumado a tantas otras anécdotas que sin duda tuvieron lugar allí, y en ello ha tenido mucho que ver la nueva sede de las Cortes de Castilla y León, que se ubica en la zona de Villa de Prado de la capital vallisoletana y cumple a la perfección los requisitos que debe tener una institución de sus características, en la que ahora todos los departamentos se integran en el mismo complejo. Por su parte, el número de despachos de los grupos parlamentarios es proporcional al de escaños, y ni que decir tiene que el presidente de la Junta dispone del suyo propio, amén de los que se han reservado para su equipo de gobierno, que en esta nueva etapa dispone de salas de reuniones para que los consejeros desarrollen su labor. Además, «se hizo la luz»: las estrechas ventanas del Castillo, típicas de la época medieval, constituyen una gran pega, ya que para realizar cualquier tarea se hace necesaria esta fuente natural que ahora está presente a raudales en cualquiera de las estancias de la nueva sede. Los medios de comunicación que antes cubrían los plenos desde la tribuna de invitados, codo con codo con estos asistentes, también han resultado beneficiados con un cambio gracias al cual tienen a su disposición sus propias cabinas de trabajo, sala de prensa y despachos. En este mes de septiembre, la Diputación de Valladolid, propietaria del Castillo de Fuensaldaña, recibirá las llaves de su propiedad, «una cesión gratuita y muy generosa», según palabras del presidente de las Cortes de Castilla y León, José Manuel Fernández Santiago, quien propondrá que a esta institución se le conceda una medalla. De aquella etapa, «esos consensos que nos emocionaron, como cuando nos dimos la mano con el Estatuto de Autonomía, o la toma de posesión de los distintos presidentes de la Junta», son las «vivencias» con las que se queda la memoria de Fernández Santiago, según él mismo refiere.