Diario de León

Los detenidos traían a mujeres argentinas para trabajar en clubes de alterne de ambas provincias

Desmontan la red de explotación sexual que operaba entre La Coruña y Zamora

En total, la Policía Nacional detuvo a 26 personas, diez en Galicia y dieciséis en Castilla y León

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efe | ávila

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La Policía Nacional desarticuló ayer una red ilegal que introducía en España a mujeres argentinas para su explotación sexual en clubes de alterne de Coruña y Zamora. La operación, puesta en marcha desde la unidad central contra redes, inmigración ilegal y falsedades documentales de Madrid con las brigadas provinciales de Extranjería y Documentación de ambas capitales, se ha saldado con un total de 26 personas detenidas: diez en Carballo (Coruña) y 16 en Zamora, entre ellos los dueños del club El Elefante de Oro, de la localidad zamorana de Coreses y del club Zorba, de la población coruñesa, cuyas identidades responden a las iniciales A. E. P. y M. J. R. M.. Los agentes policiales realizaron registros en dichos locales y en el domicilio de los presuntos implicados. Además, la Inspección de Trabajo y Seguridad Social de A Coruña ha supervisado las condiciones laborares de las mujeres que trabajaban en el local implicado. El Juzgado de Instrucción número 1 de Zamora, en funciones de guardia, decretó la prisión preventiva para seis de los siete detenidos en la provincia. Según informó ayer el Ministerio del Interior, la investigación comenzó a raíz de las declaraciones prestadas en Zamora por cuatro mujeres que fueron trasladadas desde Argentina por los integrantes de la red con la promesa de obtener importantes cantidades de dinero en locales de alterne. Quienes se encargaron de captarlas en el país sudamericano les proporcionaron todo lo necesario para el viaje: el billete de avión, una «bolsa de viaje» y una dirección ficticia en Valladolid que aportaban en los controles fronterizos como lugar de estancia. Al llegar al aeropuerto de Barajas, era recogidas y llevadas directamente al establecimiento por un taxista que trabajaba en exclusividad para uno de los clubes y además era el hombre de confianza de los propietarios de los locales. De este modo, contrajeron una deuda que debían saldar ejerciendo la prostitución y alternando con los clientes en los clubes propiedad de los responsables de la trama. Vigiladas y coaccionadas Las mismas fuentes explicaron que la encargada del club informaba a las recién llegadas sobre las condiciones de trabajo y las «normas internas que debían cumplir», además de controlar su actividad en el club. La mujer del propietario se encargaba de contabilizar el dinero que las inmigrantes generaban. «Desde su llegada al establecimiento eran sometidas a una férrea vigilancia», según Interior: eran privadas de libertad de movimientos, coaccionadas y amenazadas con infligirles daños físicos tanto a ellas como a sus familiares en origen.

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