Más de una cuarta parte de la comunidad, en riesgo de desertificación
El 8,18 por ciento de la superficie considerada por el Ministerio de Medio Ambiente en peligro de desertificación se encuentra en territorio castellano y leonés. En total, son 2,8 millones de hectáreas de las casi 34 calificadas como zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. En relación con la superficie de la comunidad, 9,4 millones de hectáreas, esto supone que el 29,8 por ciento se encuentra en proceso de degradación en mayor o menor medida. Así se desprende de la respuesta escrita al diputado del PP Francisco Vicente Murcia por parte del Ministerio que dirige Cristina Narbona, en la que se apunta que durante el período 2005-2008 se invertirán 82 millones de euros a paliar los efectos de la desertificación. «Estas inversiones se llevarán a efecto a través de la firma de convenios con trece comunidades autónomas: Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid, Murcia y Valencia», apunta el Gobierno. Sin peligro Castilla y León no figura entre las autonomías con más riesgo ya que de las 2,8 millones de hectáreas incluidas en ese epígrafe la inmensa mayoría (1,9 millones) se encuentran en un nivel bajo. Otras 657.128 están consideradas en riesgo medio, el 8,92 por ciento de España, y sólo 147.030 figuran con riesgo alto de desertificación, el 2,12 por ciento. Ningún territorio de la comunidad autónoma es considerado por el Ministerio con riesgo muy alto, situación que se concentra en cuatro autonomías: Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y las islas Canarias. Diversos factores «El desarrollo de la desertificación en el territorio español es consecuencia de factores climatológicos, naturales y humanos», sostiene Medio Ambiente. Para mitigar este proceso, la Dirección General para la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente está realizando diversas actuaciones, «como la implantación de cubierta vegetal protectora y fijadora de suelos, tolerante ante condiciones de aridez extrema, de economía hídrica y a las tensiones ecológicas derivadas del cambio climático».