El acusado afirma en el juicio que se entregó dos meses después porque «ya no podía más»
El hombre que descuartizó a su ex mujer la mató porque ella le deseaba la muerte
Eugenio R.R. desperdigó los restos de su pareja para que sus hijos creyeran que se había fugado
El hombre de 55 años juzgado en Valladolid por matar, descuartizar y esparcir por el Pisuerga los restos de su ex mujer aseguró ayer que la estranguló cuando ella le dijo, en medio de una discusión, que le deseaba la muerte y le dio una manotazo en el cuello. «Apreté, apreté, apreté -la garganta-, no sé cuanto tiempo, y vi su lengua amoratándose y la nariz sangrando», relató ayer el procesado ante los cinco hombres y cuatro mujeres que forman el jurado popular que deliberará sobre su culpabilidad. Eugenio R.R. declaró ayer en la Audiencia de Valladolid por hechos ocurridos la noche del 28 de febrero al 1 de marzo de 2006, en el domicilio de la calle Mirlo que compartían la víctima y él, padres de cuatro hijos, que habían estado casados 33 años y hacía unos quince días que habían formalizado su divorcio. El procesado ha relatado cómo durante la tarde del suceso, su ya ex esposa le avisó por un mensaje de móvil de que iba a llegar más tarde a casa y que entonces se intercambiaron varios mensajes más. Eugenio R.R., quien había salido a pasear esa tarde, ha narrado cómo regresó a su casa y halló a su ex esposa, Benita del Valle, de 49 años, de pie y en pijama a la puerta de una habitación, «con muy mala uva», sin que la hubiera visto nunca así. Ella le explicó que no le habían gustado sus mensajes de móvil, le insultó y le dijo que ni se acercara ni la tocara por que le podían mandar a un psiquiátrico o a la cárcel, ha explicado. «No puedo verte, eres para mi un viejo. Que te cuide otra mujer», espetó la víctima, según ha dicho el acusado. Él la respondió también con insultos y ella se lanzó hacia su cara y le dio en el cuello, tras lo que se produjo el estrangulamiento. «Me dijo que ojalá que me muriera y la dije: maldita, tu si que vas a morir», ha resumido el encausado. Cuando se percató de su muerte, intentó moverla para que respirara, rogó a Dios para que el tiempo volviera atrás y, sobre todo, pensó en sus hijos, ha precisado. «Tenía que hacer algo para que mis hijos y sus empresas no se hundieran», ha manifestado Eugenio R.R., quien ha desvelado cómo, a la mañana siguiente, se fue al taller donde trabajaba con un hijo suyo, sólo cuatro horas diarias porque estaba incapacitado debido a una depresión y estado de ansiedad que le diagnosticaron años atrás. «Tenía que ocultarla conmigo -a la difunta-», ha dicho el procesado, al que se le ocurrió coger un cuchillo y una sierra, regresó a su casa a las 12.30 horas, y bajó a la fallecida hasta un sumidero de la patio de la vivienda, donde troceó el cuerpo y lo distribuyó en bolsas que, después, lanzó al río Pisuerga, a lugares no muy hondos para que, en algún momento, alguien lo encontrara. También esparció objetos personales de la víctima por contenedores, con el fin de que no fueran hallados; de hacer creer a sus hijos que se había marchado de casa y que el impacto de conocer que había muerto no fuera tan fuerte tras hacerse a la idea de su desaparición. «No sabía qué hacer, estaba loco», ha asegurado el encausado, quien ha atribuido el pinchazo hallado en el cuello de su ex mujer a que la picó una vez muerta en el patio para ver si salía sangre y cómo podía cortarla, no por que la matara con un cuchillo como sostienen las acusaciones. Se entregó el 9 de mayo, más de dos meses después del suceso, porque «ya no podía más» con su conciencia. El fiscal pide quince años de cárcel por homicidio, las acusaciones particulares veinte por asesinato y la defensa la absolución. «Me dijo que ojalá que me muriera y le dije: maldita, tú sí que vas a morir» EUGENIO R.R. Acusado