opinión | el invento del maligno
Cadáver exquisito
El año nuevo me ha regalado la visión de tres cadáveres exquisitos, colgados en el Museo Picasso de Málaga y creados al alimón por los reconocidos surrealistas Oscar Domínguez, Marcel Jean y Sophie Taeuber-Arp. Es una fórmula de creación artística que se hace en grupo, aportando cada cual una parte del -collage- o del poema. El nombre procede de la frase en francés que surgió la primera vez que el juego fue jugado: Le cadavre - exquis -boira - le - vin -nouveau (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo ).
Guiado por el brindis del año nuevo y la asociación de imágenes, me vino a la cabeza el aleatorio montaje de números musicales con el que TVE abrió la programación de esta década. El desfile de personajes, modelos, humoradas y tonadillas creaban la imagen de un España retratada por su medio por antonome autoaniquilación. Borrachos con más de medio siglo de imágenes, repasamos nuestra vida catódica en un ejercicio de psicoanálisis colectivo del país ante su diván-televisor.
Los analistas menos crueles ven a la nueva TVE, que ha perdido sus piernas de la publicidad, como un Cid campeador que sigue ganando batallas de audiencia a pesar de su capitidisminución.
Ilusión de un día, antes de que la realidad se imponga sobre un canal obligado a quedarse sin sal para aderezar su ensalada de programación. En ese collage de fin de año y de época, TVE tiraba del baúl de sus recuerdos en un quiero y no puedo por regalarlo todo antes de que la TDT convierta las pantallas en un mero todo a cien. Parecía el estertor de una televisión estatal que lo tuvo todo y se adentra ahora en un camino desconocido. Desnortada y sin destino conocido, la vieja televisión recurría a una ecuación imposible, el remontaje del pasado que ya vimos, enésima representación de una nostalgia del futuro bajo la etiqueta aceptada del Cuéntame. Hasta el año que viene, con las mismas campanadas/empanadas y con el mismo archivo; tan exquisito, como cadáver.