«Los peores monstruos pueden esconderse bajo una sonrisa»

Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) ganó la 66ª edición del decano de los premios literarios españoles con una ficción sobre la consentida presencia de los nazis en España «hasta hoy mismo». Los que aún viven son ancianos de apacible apariencia. «A veces los peores monstruos se esconden bajo la sonrisa más dulce» explica la escritora alcarreña.

-¿Se basa en la realidad?

-Tiene una base real y vital, sin ser una novela estrictamente histórica. Muchos personajes son reconocibles. Los nazis refugiados en Marbella, en la costa del Sol o en Levante son una realidad vergonzante para España. Me maravilla y me aterra es que tantos hayan vivido tan bien, de forma confortable y alegre sin que nadie se metiera con ellos. Que alcanzaran una muerte plácida.

-¿En qué género la sitúa?

-Intriga psicológica con tintes negros. Es una historia que bordea el terror contada a través de dos personajes. Uno es Sandra, una chica ingenua y desorientada, embarazada, en paro y sin horizonte, que llega a una playa y traba amistad con una adorable pareja de ancianos. El otro es Julián, una víctima del nazismo, un antiguo prisionero de Mauthausen que conoce la verdad del horror y ha vivido el terror cara a cara. Sandra descubrirá a través de él que la venerable pareja en la que se refugia no es lo que aparenta.

-¿La novela contrasta ingenuidad de la joven frente a las terribles certezas de la víctima?

-Así es. Él es un octogenario superviviente de los campos de exterminio. Sigue la labor de un amigo que dedicó toda su vida a perseguir a nazis torturadores y asesinos. No tiene dudas sobre la bondad y la maldad. Ha conocido la peor cara del mal. Busca venganza y está obsesionado por ese pasado terrible. Federico Luppi lo bordaría en el cine. Sandra está descubriendo el lado oscuro del ser humano.

-¿Cuál es el motor de la historia?

-El miedo y todas sus caras, que son tantas como seres humanos. Nuestras la capacidad de sentirlo, de reaccionar y superarlo. Habla de la imposibilidad de ser héroes. Es una fuerte intriga psicológica sobre la sospecha, la duda; sobre la búsqueda del monstruo que muchas personas llevan dentro. Unos monstruos aterradores, los peores que podamos imaginar. Los que han perdido el respeto al prójimo y la vida humana, y que pueden esconderse bajo las más dulce de las sonrisas.

-¿Levanta acta sobre la vergonzante presencia de los nazis en España?

-No se limita a hablar de estos nazis y su estancia entre nosotros. Es una reflexión sobre todos esos seres amorales capaces de abusar de los demás, de torturar, de matar y que logran escapar sin pagar nada por sus abusos. Es indigno.

-Unos magos de la mentira.

-Como todos. Nadie es lo que parece, ni en el trabajo, ni en las relaciones personales o familiares. Todos aparentamos lo que necesitamos en cada momento. Nada en la vida es blanco o negro. Impera el gris. Esa mentira, ese juego de apariencias es necesario para sobrevivir.

-Los «cazanazis» dicen que España ha colaborado poco o nada en su persecución. ¿Tienen razón?

-Sí. El franquismo se lo puso fácil. Pero lo terrible es que siguieron aquí mucho después de la Transición. España debe avergonzarse por ello. Hay casos como el de Gerhad Bremer, el -sádico de Mauthausen, constructor en Valencia, magníficamente relacionado y sin el menor problema, muerto en Denia en 1989. O el de Aribert Heim, el -doctor muerte del mismo campo, que murió supuestamente en El Cairo en los 90 tras muchos años de impunidad en el levante español. Todo un símbolo.