La mayoría de los castillos leoneses están en ruinas o no son visitables
El elevado coste de las rehabilitaciones y el hecho de que muchos sean aún de propiedad privada se alían para impedir el desarrollo de su potencial turístico
Los castillos leoneses, testigos de una época de vital importancia en el devenir histórico de este territorio, podrían convertirse en grandes focos de atracción para el turismo cultural y en revulsivos económicos para comarcas enteras, pero por el momento, y en la mayoría de los casos, no está sucediendo así: el hecho de que muchos de ellos estén ubicados en el medio rural y se encuentren en manos de propietarios privados que no pueden acometer los muy costosos trabajos de restauración son algunos de los problemas que los aquejan.
Si exceptuamos las fortalezas de Ponferrada, convertida en tótem por la segunda ciudad de la provincia y sometida a un intenso proceso de consolidación, pese al maltrecho estado en que se encontraba; y a la de Coyanza, muy reducida con respecto a lo que fue, pero igualmente mimada por el ayuntamiento, el resto atraviesa un momento difícil, con numerosos desprendimientos o amenazando ya ruina total. Otro caso sería el de los castillos en buen estado que sirven de vivienda para sus propietarios, pero que, como los anteriores, y por desgracia, tampoco son visitables.
En las comarcas leonesas existen muy interesantes ejemplos de castillos de diferentes épocas, desde principios de la Edad Media a los palaciegos del siglo XV, mas su lamentable estado ha provocado que muchos de ellos hayan pasado a formar parte de la Lista Roja del Patrimonio que diseña la asocación Hispania Nostra, como los de Beñal o Benar (Omaña), Cea, Laguna de Negrillos, el de los Bazán en Palacios de la Valduerna, el de Sarracín en Vega de Valcarce y la fortaleza-palacio de Villanueva de Jamuz.
De entre la lista de castillos de León, las situaciones son diversas: la magnífica construcción de Alija, del XV pero con raíces en el XIII, se ha consolidado tras una larga espera, pero no permite visita libre; el de Cea, donde los reyes de León aprisionaron a sus adversarios castellanos y navarros, está en ruinas, como el de Villapadierna; el de Villanueva de Jamuz, con su impresionante torre recuperada, es de propiedad privada y no se puede visitar; así ocurre también en Quintana del Marco y en Palacios de Jamuz; el de Nogarejas (declarado Bien de Interés Cultural) está en mitad de un coto de caza vallado; el de Corullón se está restaurando; el gran castillo artillero de Grajal es visitable, pero las ayudas para paliar sus graves problemas de humedades llegan con cuentagotas; ninguna información ofrecen el «nido de águilas» de Valdavido, en Truchas; o el de Laguna de Negrillos. El de Corullón se usa de vivienda, como el de Villafranca, visitable sólo en rutas de enoturismo, y el de Cornatel sí se ha restaurado recientemente. El espectacular e inexpugnable castillo de Sarracín está en ruina progresiva, y el de Balboa, y ya apenas quedan muros del castillo de Alba en La Robla, del de Montuerto o del de Castrocalbón.
Y sin rastro de paneles informativos o guías profesionales.