Diario de León

entrevista | Susana Barragués | escritora

«Analizar racionalmente el amor puede traer resultados funestos»

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Aunque nacida en Bilbao en 1979, Susana Barragués pasó su infancia y adolescencia en León, ciudad en la que vive su familia y a la que se siente tan unida que hasta forma parte de uno de los grupos folk leoneses más interesantes (las pandereteras Gritsanda). Pero para el mundo de la literatura, su nombre y apellido nos hablan de una de nuestras autoras jóvenes más galardonadas, dueña de una trayectoria diferente, original, exploradora y deslumbrante que ya cuenta con el Premio de Letras Jóvenes de Castilla y León, el de la Academia Castellana y Leonesa de Poesía, el Francisco Ynduráin a la mejor trayectoria literaria joven, el Ana María Matute de Narrativa Corta y el Injuve de Poesía. Autora de Los hipódromos del corazón, La campesina fascinada y Los ladrones de cerezas, hoy presenta, en la sala Región del ILC su libro Los amántopos (colección Provincia), editado por la Diputación a través del Instituto Leonés de Cultura. En la actualidad, Barragués disfruta de una beca de dos años convocada por la Universidad de Nueva York para autores en castellano.

—¿Quiénes son los «amántopos», esa rara especie animal?

—Son los amantes-topo que enferman de tanto pensarse, aquellos que sólo aman sus nombres. El libro arranca de una constatación: el hombre es el único ser que se piensa a sí mismo, que se separa del resto de las cosas y que conoce el mundo en la medida en que lo nombra, en que va separando cada objeto del continuum de lo real. Y a veces pasa que esa actividad cerebral se aplica también al amor: los amantes intentan autoanalizarse, descomponer los sentimientos en sus partículas más elementales, esas que no llegan a decir nada sobre el todo. En la aventura de conocer al otro hay ocasiones en que se rebasan los límites del enigma.

—No hay leyes para conocer el amor...

—Es como lo que ocurre con el acelerador de partículas que han fabricado en Europa Central. Para conocer el átomo, lo rompemos, lo descomponemos en elementos más y más pequeños pero que pierden información sobre lo que es el conjunto. Más aún en lo que respecta a los sentimientos, hay quien intenta extraer leyes fijas, algo imposible porque no las tienen.

>b> —¿Es que el cerebro no puede permanecer quieto?

—Es una actividad que no cesa. Pensar es un juego y una necesidad constante del cerebro, siempre está analizando e intentando resolver cosas, necesita retos, problemas, aunque sean ficticios. Por ejemplo, en las sociedades actuales, donde disfrutamos de tantos adelantos y comodidades, las sociedades se sienten muy inseguras. Una paradoja según la cual cuanto más seguro se está, más miedo se tiene de todo.

< —«Los amántopos» no es verso, no es prosa... ¿qué es?

—Este libro nació al desgajarse un grupo de textos con personalidad propia de un proyecto anterior, es un ensayo poético difícil de encuadrar en cuanto al género, puesto que el verso está ausente de sus páginas. Algo no exento de riesgo.

—Ahora aparca la poesía para dedicarse por entero a la novela y la ficción.

—He abandonado esa escritura más visceral, más inconsciente, por otra en la que intento que mi ubicación esté más clara, donde controlo mejor los materiales sobre los que trabajo. Ahora mismo, por ejemplo, acabo de empezar mi primera novela.

—Su estancia en Nueva York, ¿le ha hecho cambiar de perspectiva?

—Lo que veo es gente que trabaja duro y con ilusión en sus proyectos, un mundo mucho más sano y situado lejos del ambiente cultural de España, que vive en un estado larvario obsesionado con el halago de la vanidad y que mitifica de forma exagerada al artista, algo que no hace con el científico o con otros grandes profesionales.

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