Los Karmelos

Está Karmele y están los Karmelos. Karmele (Marchante) es esa señora que ha decidido que quiere ser famosa antes de verse retirada de la escena pública, y para ello no ha reparado en medios. Y los Karmelos (Mercantes) son esos señores que jalean a la doña y le ríen sus tristes gracias para hacer caja a costa de la pobre mujer, exprimiendo el limón hasta que no quede ni el pellejo. Karmele es la que usted conoce; los Karmelos son los mandamases de Telecinco. La que en otro tiempo se definió como «tu pantalla amiga» ha emitido un comunicado en el que asegura que la eliminación de Karmele Marchante en el festival de Eurovisión es «inaceptable, antidemocrática e inconstitucional». Nada menos.

En España hay muchísimas cosas inaceptables, muchas antidemocráticas y no pocas inconstitucionales, pero rarísimas veces hemos visto a Telecinco batirse el cobre por ninguna de ellas. Tampoco lo haría por el caso Karmele si de verdad creyeran en esa casa que estamos ante algo «inconstitucional».

Por otro lado, la propia enormidad de la denuncia les delata. ¿Inconstitucional? Por más que uno relee la Constitución, no encuentra ni una sola línea que aluda a Karmele, a los festivales de Eurovisión, a los concursos de RTVE ni a las votaciones por Internet. ¿Están de broma? Pues claro que sí. Y aquí precisamente radica el problema. A esta gente ya le da todo igual, y lo mismo te llaman inconstitucional que te anuncian herramientas masturbatorias a las cuatro de la tarde.

El caso es montar el circo. Es como si de repente toda Telecinco hubiera adquirido el aspecto de Jorge Javier Vázquez, con sus gafitas y sus chillidos y su facundia, y también con su desfachatez. El estilo Karmele ha contagiado a los Karmelos.

Podríamos apelar al sentido del ridículo de los propietarios de la cadena, a ver si rectifican, pero éste hace ya tiempo que lo perdieron. Por cierto: lo que sí garantiza la Constitución es el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Se enseña en las facultades. Pero se ve que los Karmelos, ese día, no fueron a clase.