Reportaje | marcelino cuevas
El tecnohiperrealismo de las rosas
Nadir presenta en la Casona de los Pérez sus «Revivals», un retorno a los motivos clásicos de su obra
La pintura de Nadir es siempre una sorpresa. En cada nueva exposición cambia los motivos de sus cuadros, busca nuevos colores para su paleta, e inventa todo un mundo personal e intransferible en el que, incluso, es capaz de crear nuevas tendencias, estilos pictóricos diferentes basados en las últimas tendencias tecnológicas y en las realidades inamovibles del arte clásico.
El pintor llega a la galería de arte de La Casona, de la Fundación Carriegos, con una exposición que pretende ser un revival, un retorno en el que se concentran muchos de los pequeños símbolos que le han servido a lo largo de su carrera para contar historias a través de los pinceles. «El título de la exposición, Revivals, anuncia -"dice el artista-" una revisión de conceptos iconográficos clásicos en mi pintura: los pañuelos, las flores, los pájaros-¦ Ellos han estado desde siempre en mis cuadros y he querido dedicarles un pequeño homenaje. Sin embargo, en este caso busco también que representen los diferentes pasos por los que ha discurrido mi lenguaje plástico, desde del tecnohiperrealismo, hasta un simbolismo muy onírico». Nadir muestra en esta exposición una serie de obras dedicadas a las flores, especialmente a unas gigantescas rosas de colores imposibles, que son como barrocas cerraduras que solo pueden accionar los diminutos animales que viven en el zoológico imaginario del pintor. «En el tema de las flores tiene mucho protagonismo lo cronológico, el tránsito, el transcurrir de los elementos en el tiempo-¦ pero adaptados a un medio más inconsciente. En algunos casos hago guiños que llevan al espectador a buscar lo que se esconde detrás de los propios cuadros, a adentrarse en una aventura imposible en la que el que mira el cuadro debe aportar sus propios sueños. Es una cita a lo enigmático, a lo oculto-¦ Las flores son un punto de referencia importante en mi pintura. Las distorsiono hasta sacar de ellas su esencia más absoluta, busco en sus formas y colores la auténtica belleza esencial». Los cuadros de Nadir tienen tantas lecturas como espectadores los ven.
Seres mágicos. No basta una rápida ojeada, hay que identificar los muchos elementos perdidos en las cuatro esquinas del lienzo. En ellas conviven seres mágicos de las épocas más diferentes, con pequeños objetos cotidianos que en muchas ocasiones cobran un inusitado protagonismo. Es el caso de los delicados paños que movidos por el viento, o sujetos al pico de de etéreos colibríes, se convierten en ligeras nubes o en telones voladores que esconden misterios.
La sencilla taza de café y su cucharilla, enfrentadas a las fuerza infinita del océano, forman una atmósfera sugerente que hace que la imaginación del espectador vuele al encuentro de esas realidades imposibles que el pintor es capaz de sugerir.
Nadir pinta como un artista del renacimiento o el barroco, pero ha sabido incorporar a sus lienzos la realidad en la que vive, este siglo XXI en el que manda la tecnología. Por eso ha promovido una corriente artística que ha llamado tecnohiperrealismo y que ha dado a conocer a través de un sesudo y bien documentado manifiesto.
«El tecnohiperrealismo -"explica-" busca positivar los elementos iconográficos del medio cibernético con la técnica clásica del óleo sobre lienzo». El pintor se basa en las tramas que aparecen en el submundo de las pantallas de los ordenadores, para hacer alusiones a la cibernética, pero sin dejar nunca de lado la pintura clásica, demostrando que se puede avanzar al ritmo de la época en la que nos ha tocado vivir sin renunciar a nada. «Pienso seguir evolucionando, además mucho-¦ me queda un largo camino por delante y quiero quemar etapas rápidamente, aunando el pasado, el presente y las incógnitas del futuro».
Lugar: Casona de los Pérez. Calle Suero de Quiñones, 8.
Hora: 11.00.