El arca de Milá
El invento del maligno
U na vez acabado Gran Hermano 11, Telecinco y Zeppelin han tenido a bien mantener el fuego e inventarse un GH en bucle. Inventar, que no copiar. Para eso España es reserva espiritual de granhermanismo. Como si se tratara de un arca de Noé, han metido parejas en la casa (aunque ellos no supieran que habían entrado por parejas). Han metido a gente con alguna relación en el concurso. De amor o de odio. Por ejemplo, a Bea la legionaria y a Nicky (el primer transexual), que se gritaron de todo en una edición en la que había que ir con tapones en los oídos. O a Raquel y Noemí, que llegaron a casarse (antes del verdadero matrimonio gay) y que no pueden verse (qué tensión de encuentro). O a Desi y Nacho, que tuvieron un hijo. Y, sobre todo, a Arturo e Indhira, que ha dado una nueva significación a la expresión de sufridora en casa.
A veces da la impresión de que el único fundamento de este GH ha sido encerrar de nuevo a estos dos y se les ha ocurrido llamar al resto para justificarlo. Y creo que los otros se han dado cuenta de su papel de comparsas. De hecho, salvo por Noemí y Raquel (qué grande como bitch de telenovela, es como la del parche de Cuna de lobos o como el malo de Topacio ); Nicky y Bea (la legionaria ha sido uno de los personajes más excesivos del reality ), o los propios Arturo e Indhira, el resto son extras en el olvido, más cercanos a un «¿Qué fue de?» que a una edición All Stars.
Así, una echa de menos a fenómenos como Inma (me pinto como una puerta) Contreras, a quien podían haber emparejado con la marquesa, con quien tenía duelos tipo Arriba y abajo ( aunque en la serie el servicio nunca pasó unas bragas por la cara de la señora). Por lo que respecta a Fresita y Aída, entraron pero sólo de visita (también una vaca). Aída estuvo agitando una botella de cava así como la paciencia de todos, recordando por qué es tan odiosa. Según dijo Mercedes Milá, ganará la pareja que convenza al público de que ha olvidado el pasado. Lo único que esperamos es que Bea («Llamarme a mí ordinaria..») se active y nos haga reír otra vez.