Hembras aceleradas

El invento del maligno

A veces, viendo las promos de un nuevo espacio, piensas que menuda castaña se avecina. Sin embargo, una vez estrenado el programa te das cuenta de que no es una castaña, de que es una auténtica XXX pinchada en un palo, como diría Guillem Martínez. Claro que estoy hablando de Fresa ácida , el último intento de Telecinco para rellenar el access prime time , al menos de jueves y domingos. El segundo día tiene previsto sustituir a La pecera de Eva , que pasa a La 7 en la TDT (al menos mientras escribo esto). Comparado con Fresa ácida , La pecera de Eva ahora me parece Frasier (es que en series de terapeutas, En terapia me sigue resultando un tostón gafapasta). Y por lo menos La pecera-¦ tiene a Alexandra Jiménez y no a Carmen Alcayde. O a Adriana Abenia, que no sé si es hombre, mujer, buzón de correos, cigüeña u otros. La única soportable y medianamente homologable del trío de hembras aceleradas es Cinta Méndez, a la que con buen criterio han puesto en medio.

Pese a haber tres mujeres presentadoras, Fresa ácida no se parece mucho a Nada personal , el programa veraniego de Nuria Roca, Llum Barrera y Maribel Cassany. Y menos a Grandiosas (lo de Lolita, Rosa Villacastín y Belinda Washington). La cosa consiste en un plató en el que todo el mundo, tanto las presentadoras como el público, parece haberse vuelto majara (en lugar de Fresa ácida debería llamarse LSD). También hay reportajes de actualidad, denuncia o cachondeo. Tan periodístico todo que no tienen empacho en soltar lo siguiente a propósito de una estafa inmobiliaria (la frase es de Adriana):«Los afectados han organizado una protesta en exclusiva para Fresa ácida ».

La gran traca anunciada era que iban a entrevistar al futbolista homosexual que tendría que haber salido en la revista Zero pero no se atrevió. Y sacaron a Óscar Miñambres, el ex del Real Madrid, al que, efectivamente, hicieron una entrevista. Y luego, Carmen Alcayde dice: «Él no es, que está casado». Y se quedan tan panchos.

Lo peor es que con Fresa ácida hasta se echa de menos a Risto Mejide, el «homo antecessor».