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Andrés Trapiello reúne sus artículos en «Los baluartes»

El leonés, que lleva 16 años publicando cada domingo, cree que este género debería ser un bastión «contra el lugar común»

Los dos volúmenes de Trapiello llevan por título «Los baluartes» y «Ni tuyo ni mío

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alfredo valenzuela | sevilla
León

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El escritor leonés Andrés Trapiello ha publicado, en la granadina colección de La Veleta (Editorial Comares), dos nuevos volúmenes de artículos, un género que considera debiera ser «un baluarte contra el lugar común», de ahí uno de los títulos de estos dos nuevos volúmenes: Los baluartes .

Ni tuyo ni mío es el título del otro volumen, que sucede a otros publicados en la misma colección, también de artículos, con títulos tan suyos como Ya somos dos , Naranjas de la mar y Más o menos , todos ellos fruto de los casi dieciséis años que lleva escribiendo un artículo semanal para un suplemento dominical, sin faltar a la cita ni una semana en todo ese tiempo. Trapiello ha dicho que estos artículos los escribe durante las mañanas de los domingos, cuando regresa del Rastro madrileño, como explica en el prólogo de Ni tuyo ni mío .

El relativismo del Rastro. «Este hecho les confiere a todos, creo yo, un gran relativismo. Del Rastro es imposible venir con verdades absolutas». Tras esa primera redacción, los somete a hasta dos o tres correcciones y, cuando los reúne en libro, a otra más, porque «un artículo es algo más que una estampa; no debe perder esa impronta de estampa pero tampoco quiero que pierda lo que tenga de semilla poética».

En otro momento de su prólogo confiesa que al leer seguidos estos artículos le han parecido un poco más armónicos, «por lo mismo que las notas de una canción por separado significan una cosa y juntas otra diferente; claro, que esta melodía que creo oír ahora resonando en mi cabeza quizá sea otra fantasía más». También explica que estos artículos no suelen obedecer a cuestiones de «actualidad u oportunidad», entre otras cosas, porque ha de entregarlos veinte días antes de su publicación. Y sobre el aire de «desamparo y melancolía» que el propio autor reconoce que transmiten estos textos, señaló que eso «forma parte de la naturaleza del escritor, pero no es deliberado, sino que más bien se debe a su creencia de que «uno ha de leer con entusiasmo y escribir con escepticismo». Por ese motivo, apostilla con humor: «Lo malo es cuando sucede al revés, que lo que se escribe con entusiasmo se termina leyendo con escepticismo».